Seguinos

Locales y emprendedores

Madeleine

Publicado

el

Tiempo de lectura: 7 minutos

 

Es fuerte pensar que hay lugares que hoy parecen imprescindibles en la escena gastronómica local y hace muy poquitos años todavía no existían. Algo así pasa con Madeleine, la hermosa pastelería que está en Fuerte Argentino 515, en una de las zonas más lindas de la ciudad. Modificamos el local para que se pueda disfrutar del paisaje, nos cuenta Mani (que es Madeleine), mientras tomamos un café justito al lado de la ventana que da al Paseo

Madeleine pone el foco, especialmente en las tortas y el café. Las tortas y toda la pastelería están a cargo de Mani quien, luego de estudiar cocina, realizar talleres para chicos y pasar un tiempo en Italia por motivos familiares-laborales, volvió a su ciudad natal para dedicarse de lleno a su pasión. Comenzó con pedidos particulares, luego el emprendimiento creció y se transformó en un foodtruck hasta que, hace unos tres años, se animaron a apostar por un local fijo. El local es hermoso. Los colores, los murales, las texturas, los carteles… cualquier rincón es apto Instagram: las redes fueron las que me trajeron hasta acá, por eso también quiero que el lugar sea lindo para postear, dice Mani. Además es cómodo, la onda del equipo es increíble y las tortas, como da fe todo aquel que ha ido, son riquísimas.

Mi favorita es la Matilda, pero creo que la favorita de la gente es la de nuez, dice Mani. La Matilda es la torta de la famosísima película de la joven con poderes telequinéticos, aquella que Bruce tiene que comer (entera) bajo la amenaza de la temible directora Tronchatoro. La escena pasó a la historia y esa torta, chocolatosa a más no poder, trascendió las pantallas para convertirse en una de las estrellas de Madelaine. La de nuez, por su parte, tiene de base una masa húmeda de nuez y luego lleva dulce de leche y crema batida. Una delicia.

Además de esas dos, en el local se pueden encontrar opciones conocidas como el key lime pie, la marquise de frutos rojos, la chocotorta y la chocooreo, y otras alternativas que el equipo va probando y publicando en sus redes sociales: hay que estar siempre atentos a las stories de @madeleinepasteleria. El menú da cuenta de cerca de 20 tortas, por lo que hay que ir y volver varias veces para probarlas todas.

Tortas y café, dijimos. El café está a cargo de Bruno, esposo de Mani y mano derecha del emprendimiento. Se formó como barista y se ocupa también de la formación de todo el equipo. Por un lado, para garantizar un buen café. Trabajamos con Bigliardi, no los cambiamos por nada, cuenta Mani. El tostadero les preparó un blend Madeleine, que es el que se sirve todos los días y también el que los clientes pueden llevar molido para consumir en su casa. Por otro lado, Bruno transmite la técnica del latte art, esas decoraciones hechas con la espuma de la leche, que se han convertido en marca registrada del lugar: todo aquel que recibe su taza con el corazón espumoso dibujado por la mano experta del barista, no puede resistirse a instagramearla en el mismísimo momento. Por ese motivo, entonces, es clave el entrenamiento, para que todos los que preparen café en el lugar se animen a hacerlo. 

Claro que también hay opciones saladas, porque no solo de dulces vive la humanidad. De hecho, la sugerencia de Mani para un visitante hipotético que pasa por única vez por Bahía y elige a Madeleine para comer, es el sándwich de vacío desmechado, acompañado por una limonada. El tostado de pan de campo también es súper recomendable, el croissant de jamón y queso no se queda atrás y absolutamente todo lo que está en la carta vale la prueba. Además, en Madelaine se pueden consumir las tartas que prepara el equipo de Cla, y las pizzas de estilo napolitana que hace Bacano. Calidad y colaboración, para una experiencia completa. 

El foodtruck sigue existiendo, con la esencia de Madeleine intacta y siempre con ganas de volver a rodar. De hecho, en ocasión del día de la primavera, lo volvieron a abrir para ofrecer box de picnic listas para degustar al aire libre. Ojalá este tiempo de volver a algunas normalidades haga que los foodtruck vuelvan a dar vueltas por ferias y festivales.

El espíritu de Madeleine Pastelería es destila buena onda. Las veces que hemos ido la atención ha sido de diez, sin excepciones. Todo el equipo se ocupa de atender con una sonrisa, de sugerir y de asegurarse de que quienes van al lugar, se lleven un lindo recuerdo. ¡Incluidas las mascotas!: Madeleine es pet friendly y los amigos perrunos reciben, al llegar, un plato con agua y una golosina canina para pasar un buen rato.

Mani y Bruno tienen ganas de seguir creciendo. De ampliar, de expandirse. Lo harán, como hasta ahora, cuidando la calidad de lo que ofrecen, consolidando una marca que ya pisa fuerte en Bahía e irradiando dulce felicidad a todo aquel que se acerque a su local.

Seguir leyendo
Publicidad Invitame un café en cafecito.app
Clic para comentar

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Locales y emprendedores

La fonda de la Abuela

Publicado

el

Tiempo de lectura: 4 minutos

Son las 10 de la mañana de un día de marzo del 2012 Impera la sensación fría de tener que ir al colegio mientras los pájaros cantan, pero hay algo más importante: es martes. Y los martes, se come en lo de la abuela. 

La comida casera, las recetas desconocidas y las ganas de nunca tener que levantarte son cosas que se pierden y no se pueden recuperar, o eso creía yo hasta que un día del 2024 llegué hasta la puerta de Yrigoyen 423 y el solo hecho de abrir la puerta me devolvió a ese instante. Al entrar vi un cartel con su nombre y creo que le queda perfecto “La Fonda de la Abuela”.

Nicolas Martinez es el encargado de llevar a cabo este proyecto y si bien nos cuenta que al principio no estaba muy convencido, su entorno le dio el valor suficiente para hacerlo. “Es la comida que hacía mi abuela”, era lo que todos sus conocidos le mencionaban al escuchar la idea y de esa manera también le dieron nombre al restaurante. La Fonda de la Abuela abrió un 18 de octubre, el ambiente es cálido y pintoresco, cuenta con cuadros que te invitan a observarlos, las luces tenues y un sonido de ambiente acompañan la comida para que el viaje sea de puro disfrute.

Si bien el restaurante no tiene mucho tiempo de vida, desde que llegó no para de innovar, con degustaciones de vino, agregando guisos a su carta o teniendo la opción de poder llevar tu propio vino para disfrutar con la comida. La fonda te ofrece la posibilidad de salir a comer de manera abundante y económica. “Todos los días ofrecemos un menú distinto  a bajo precio para que la gente pueda salir a comer”, agrega Nicolas a su relato.

Si algo destaca en cualquier abuela es una milanesa, y de la misma manera en esta fonda la milanesa es el plato estrella, que además de conquistarte va a llenarte de solo mirarla. Es por eso que al momento de abrir, es una de las cosas que no pueden faltar. Nicolás también banca especialmente a alguno de sus ingredientes: “en el mercado capaz tenés mozzarellas más baratas, pero la que tenemos no la cambio por nada”. 

Desde elpancito les recomendamos que prueben la tortilla de papas y, cuando les traigan la panera, dense el gusto de probar la salsa de la casa, que en una mezcla de sabores donde la mostaza acaricia el paladar: cada bocado me acerca un poquito más a  la casa de mi abuela.

Estar en La Fonda de la Abuela es un mimo al alma. Nicolás afirma que el trato es primordial y que por eso su madre lo ayuda en el servicio. “Vos tenes que preguntar y si en algo fallaste, lo tenés que enmendar” dice. Si bien Nicolás no cocina y dice que no le gusta, él desde su lado prueba los platos sin avisar que son para él y así confirmar que a la gente el plato le llega bien. “El cliente es el motor de cualquier negocio” agrega. 

Seguir leyendo

Historias de cocina

Gambrinus

Publicado

el

Tiempo de lectura: 6 minutos

Sabemos que hay diversos medios de transporte como la bicicleta, el auto, el tren o el avión. Han sido innovadores en su época y la muestra de un gran avance para la sociedad. Debido a estos avances en la movilidad, durante años hemos soñado con la posibilidad de poder teletransportarnos o incluso de viajar en el tiempo. ¿Me creen si les digo que en Bahía podemos vivir esa experiencia, y además disfrutar de buena comida? Pasen y lean, pues tuve la suerte de conocer la teletransportación y el viaje en el tiempo en un mismo lugar: Gambrinus.

El clásico Gambrinus es una especie de portal: al atravesar su puerta comenzará un viaje inmediato al 1900, con una estética muy cuidada, con cafeteras antiguas pero en perfecto estado, una imponente caja registradora y los mozos que toman el pedido sin anotar. No hace falta ser muy observador para darse cuenta de que vas a comer bien: son esos pequeños indicios que ya activan las papilas gustativas con ansias de disfrutar. 

El restaurante abrió un 2 de mayo de 1890 por lo que lleva más de 130 años en la ciudad. Si bien hoy se ubica en la intersección de Anchorena y Arribeños, comenzó en Alsina 68 y su primer dueño fue Juan Holms. Luego pasó al alemán Hermman Rempfer, el cual se lo cedió a su sobrino Willy Hiebaum. En 1955 empezaría la gestión de la familia Ortega. El dueño actual es Javier Ortega que, después de varios años de hacerse cargo del negocio, hoy lo vive de una forma más tranquila, dejando su lugar de encargado para estar más distendido. “Un dato curioso es que somos los primeros clientes de Quilmes”, nos comenta Javier. Incluso, si prestamos atención en una de las paredes del local hay una placa en la que se puede leer la insignia de acompañamiento entre ambas potencias.

Anteriormente mencionamos a los mozos como una distinción del restaurante y es que son esos mozos “de antes”, que no tomaban nota y cuya atención te hace sentir especial. “De muchos, fue el primer y el último trabajo” expresa Javier. La relación, al compartir tantos años juntos, va más allá de lo laboral. Javier nos cuenta sobre sus mozos y su familia, y sobre la cantidad de anécdotas que comparte con ellos. Porque si algo le sobra al Gambrinus, además de sabores, son las anécdotas. “Cacho (Castaña) venía, cantaba Garganta con Arena y las señoras se desmayaban” cuenta Javier en una de sus anécdotas. Además del cantante de tango pasaron figuras como Moria Casán, Facundo Cabral, Soda Stereo y Los Piojos, entre otros.

Les dije que el Gambrinus lograba un viaje en el tiempo, pero también te teletransporta. A simple vista estamos en el 1900 argentino, pero con dar un bocado de alguno de sus platos nos transportamos como por arte de magia a Alemania. 

El restaurante comenzó como un bar de origen Alemán e incluso su nombre hace referencia al héroe de las leyendas europeas relacionadas con la cerveza. Las costumbres y los platos típicos nunca se perdieron: podés comer un par con papas —una porción de papas hervidas y condimentadas, y acompañadas por un par de salchichas tipo alemán—, o un chucrut que junto con una cerveza y una mostaza de la casa logran una especie de baile dentro del paladar, como si fuesen fuegos artificiales explotando en nuestras papilas gustativas. Javier nos admite que el proveedor que no puede faltar es el de las carnes, pero que con toda la materia prima es igual de exigente, para brindar el mejor servicio.

Desde chico Javier empezó a trabajar en el negocio con tareas de bodega y limpieza. Así fue pasando por todos los puestos: “me sirvió para valorar, cuando tuve que administrar el local ya sabía como funcionaba todo”, dice.

Gambrinus es historia, tanto para Bahía como para los bahienses. Y es que escuchamos infinidad de anécdotas sucedidas en ese local y con más de una nos emocionamos. Javier es un baúl lleno de anécdotas lindas, es de esas personas que al hablar ya te tienen atrapado. Así mismo, el Gambrinus es un lugar imperdible, que logra combinar su estética y su comida para poder subirte en un viaje del que da pena bajarse. Desde el momento en que abrís la puerta es obvio, aunque no lo sepas, que vas a pasarla bien. Los mozos, la panera, la comida… son todos aspectos que te van empujando al mismo destino: disfrutar.

Si sos de esas personas que han fantaseado con viajar en el tiempo, que dentro de tu imaginación lograste teletransportarte, que al mirar películas de ciencia ficción quedabas anonadado, te cuento que la solución está en Bahía Blanca, en la esquina de Anchorena y Arribeños. Además, no es ningún secreto, porque el Gambrinus, es parte de la historia bahiense.

Seguir leyendo

Emprendedores

Café X Favor

Publicado

el

Tiempo de lectura: 6 minutos

Desde chiquitos nos enseñan a compartir nuestros juguetes, en la escuela compartimos los útiles, pero a medida que vamos creciendo, parece que esas situaciones donde es necesario compartir resultan cada vez menos, o eso es lo que creemos. Sin embargo siempre existe una prenda que quedó chica, un mueble sin uso o un artefacto abandonado. En esta vorágine, en la que nos olvidamos de compartir, es que nace Café x Favor.

La propuesta llega a la Plaza Rivadavia el primero de mayo de 2022 y se instala en un foodtruck sobre la calle San Martín. El carro no solo es disruptivo por estar dentro de la misma plaza, sino que también incluye la posibilidad de compartir con el resto. ¿Cómo? Al comprar en el carrito tenés la posibilidad de dejar un “café pendiente”

Dicho café será destinado a la gente en situación de calle o de bajos recursos que cotidianamente asisten al carro para pedir algo caliente.  Si bien la iniciativa nació hace más de un siglo en Nápoles, Italia, acá en Bahía llegó hace poco, y la de Café x Favor es la única vigente en este momento.

Lucas Sandoval, con 20 años y una vida llena de experiencias, es el encargado, junto con su novia Oriana, de llevar adelante esta iniciativa desde febrero de este año. Lucas había comenzado a trabajar en noviembre del año pasado, cuando el carro tenía otro propietario: “tomando mate con el dueño, me lo ofreció”, dice Lucas. Él estaba teniendo un gran desempeño y su jefe estaba buscando nuevos horizontes. Si bien hubo muchas dudas, ya sabemos cuál fue su respuesta. 

“Después de perder a mi mamá, ya era el fondo”, cuenta. Su madre falleció en enero, pero antes lo había motivado a tomar el mando del emprendimiento y es por eso que decide rendirle honor aceptando la propuesta de su jefe. “Acá en el centro es donde más se mueve la plata”, reflexiona Lucas, a la vez que le genera impotencia sentir que se hace poco por la gente que menos tiene. “Muchas veces, aunque no tengamos un café pendiente, lo entregamos igual”: Lucas dice que si un cliente deja un café pendiente, los ayuda a amortizar los costos, pero si alguien se acerca a pedirle un café y no puede pagarlo, igualmente se lo dará. “Yo veía cómo la gente entraba a pedir y los sacaban enseguida”, cuenta sobre un trabajo que tuvo en otro tiempo. A raíz de esta experiencia y de contar con una madre que le gustaba mucho ayudar, decide emprender su camino en este carrito con un perfil marcadamente solidario.

Si pasas por el foodtruck, no solo tenés la posibilidad de dejar un café pendiente (importantísimo, especialmente ahora que se vienen los días más frescos), sino que tenés que probar el caramel macchiato con sus medialunas dulces, clásicas pero buenísimas. Lucas cuenta que prefiere no sacar tanta ganancia de sus productos pero que sean de calidad y eso se refleja al momento de probar cualquiera de las opciones. El carrito está avanzando hacia la innovación y pronto contará con un estante donde la gente podrá dejar donaciones como ropa, alimentos no perecederos, entre otros, para que la gente que más lo necesita pueda pasar y llevárselo. 

Muchas veces lo cotidiano nos excede y nos tapa; algunas otras simplemente nos olvidamos de nuestra situación, pero para eso existen este tipo de propuestas, donde podemos dejar un café pendiente o ese buzo que ya no te entra, los pantalones que no te gustaron o la remera que ya no usás. En cualquier caso, lo importante es que volvamos a ser como cuando eramos chiquitos y sigamos compartiendo.

Seguir leyendo