Bahía Blanca: una -posible- ruta gastronómica emprendedora

Por Diego García.
Publicación: noviembre 19, 2020.
Foto de @kseniachernaya

Tiempo de lectura: 5 minutos

 

La cuarentena generó decenas de emprendimientos gastronómicos en la ciudad. En esta nota te proponemos un recorrido para conocerlos y apoyarlos.

Empezá por la tierra. Siempre es bueno comenzar allí, en la huerta, donde nacen los alimentos más cuidados. @cocopé ofrece alimentos saludables junto a una oferta de plantines y asesoramiento personalizado para que cada quien pueda comenzar su huerta en casa. Los elementos para realizar esa huerta (macetas, semillas, herramientas) también se encuentran en Cocopé.

 

Con sus productos, al igual que con los de @liriosyazafran y @nutrivida, podemos armar un buen desayuno con ingredientes de calidad: cereales, dulces caseros y frutos secos, son algunas de las opciones. Ambos emprendimientos, además, ofrecen otros productos para explorar y jugar en la cocina, desde aceites de oliva hasta snacks fuera de lo habitual.

 

Si el mate de la media mañana exige una colación, una rodaja de pan de masa madre de @pana.deli puede resolver el tema, untado con algún dulce y acompañado del mate que cada uno prefiera. 

 

Hacia el mediodía, las opciones se multiplican por las redes, desde hamburguesas hasta viandas diarias variadas y pensadas para la oficina, el home office o lo que la fase del día permita: @gastroviandas@burguersvp y @toscana.viandas son algunos de los emprendedores que ofrecen opciones saladas variadas para toda la ciudad.

 

Pasadas las cuatro de la tarde, el alma en cuarentena nos empieza a pedir algo dulce, que nos afirme que todo va a estar bien. Dependiendo del día de la semana (no todos atienden todos los días), las alternativas son varias: los budines de @sweet_atticus, las tortas y alfajores de @Vainilla_pasteleria.artesanal o de @chispitas_bb.

 

A esa hora también podemos contar con opciones más específicas como @thecookieshopbb (solo cookies, es decir galletas grandes, mantecosas y riquísimas) y @LetsRollBB que se la juega por un producto tradicional para el paladar extranjero y novedoso para el nuestro: los rollos de canela, en una amplia y creciente variedad. En esa línea, de productos originales, @capirottes.bb se anima a una propuesta de cucuruchos rellenos.

 

Para los días de calor, la pileta, el césped y el regador pueden combinar muy bien con @entropiadrinks, una propuesta también monoproducto, de milk shakes de diversos sabores. 

 

Cuando empieza a caer el sol, el paladar pide salado. @picadaslacompañía te manda quesos, embutidos y snacks en un simpático cajón de madera reciclada, y @escorpiobr te prepara las clásicas y siempre prácticas tablas surtidas de picadas. Acá, nuevamente, @liriosyazafrán puede entrar en escena con mayonesas veganas y chips de tubérculos varios, a la vez que podemos sacar del freezer alguna rodaja de @pana.deli que hayamos conservado para el ocaso del día. Si apostamos por algo más contundente, @señoryseñorapapa pueden acercar papas y hamburguesas dignas de una cerveza bien helada.

 

La noche, en esta época, promete mucho: descanso, respiro del calor y encuentro con quienes la cuarentena nos permita. Las picadas pueden seguir presentes, pero también hay comida rápida en @dnburgers, empanadas y sandwich de miga en @empachate_bahia, opciones más exóticas como @paprikasaboresdelmundo y alternativas vegetarianas como @hola.pali. @tuttepizze, por su parte, ofrece unas riquísimas pizzas caseras a la piedra: probá cualquiera, no le vas a errar. 

 

Las pastas, claro, también existen: @bonapasta_bb y @mestiere.pastasamano ofrecen sorrentinos y otras variedades para un plato de domingo, o el día que cada uno quiera. 

 

Para el postre podemos retomar algo de lo que haya sobrado de la tarde o ver si @dolcipostresbb, @_indalecia_ok o @pintagula.bbca nos pueden ayudar. 

 

Esta nota tiene casi treinta emprendedores locales surgidos en medio de la pandemia (y, claro, no están todos). Por rebusque, por necesidad de sumar ingresos extra a la casa, por falta de alternativa o por abundancia de tiempo en cuarentena. Desde marzo de 2020, las iniciativas gastronómicas brotaron como semillas en tierra buena desde Harding Green hasta Maldonado, desde Cerri hasta Cabildo, desde Bosque Alto hasta White. Y más allá también. 

 

No hay un perfil definido: jóvenes cuyos días se achiclaron y necesitaban llenarlos, profesionales que aprovecharon a probar algo nuevo o familias que debían incrementar los ingresos que la cuarentena restringió. En cualquier caso, generó una movida que se presume positiva para la gastronomía local. No está todo dicho. El emprendedurismo tiene mil problemas y está lejos de ser la panacea que algunos quieren vender. Pero también presenta momentos gloriosos. 

 

Hay que ver, ahora, qué pasa con esta ruta. Cuántos tienen la voluntad de persistir y cuántos pasan de página. El mundo ideal invitaría a un camino de regularización y profesionalización, en el que los emprendedores trabajen en pos de construir una marca sólida y den sostenibilidad a la iniciativa. Necesitan soporte para crecer: el de sus círculos cercanos y seguidores, para bancar el proyecto (o sea, comprale a tu emprendedor amigo); el mutuo, entre ellos, para hacer red, aprender y compartir experiencias (¿competencia? ¿qué es eso?); el estatal para regularizar sin ahogar y el formativo, para ganar expertise.

 

Pasará la pandemia y algunos de estos treinta perdurarán. Para el resto habrá sido un momento, una distracción, un cable a tierra que probablemente salvó, o al menos ayudó a pasar un año muy complejo disfrutando del placer de la comida.

3 respuestas

  1. Así es ! Soñando y avanzando en familia! No digo que no hay días difíciles pero sin dudas lo más difícil de todo fue animarse a emprender. Una vez superado, aseguro que todo es ganancia 🙌🏼☺️
    Gracias Die por mencionarnos @nutrivida.bahia

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Por Diego García.
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Un local nombrado en honor a su producto estrella. Un producto con más de 190 años de historia. Mística por el secreto de su receta. 30.000 unidades diarias. Un único punto de venta. Una empresa familiar, con más de 200 empleados dedicados a ofrecer, día a día, la delicia lisboeta por excelencia. Les damos la bienvenida a Pastéis de Belém.

El pastel de Belén es un dulce portugués que consiste en una canastita de hojaldre finísimo, relleno de una crema pastelera y, según indica la tradición, espolvoreado con canela justo antes de comerlo. El original es este y es una marca registrada de este sitio que comenzó a venderlo allá por 1837. Cuenta la historia que la receta nace en el monasterio de la orden de los jerónimos, Santa María de Belén, vecino de la pastelería. En el contexto de la revolución portuguesa de 1820 que puso fin a la monarquía absoluta de este país, el monasterio cerró. El panadero de los monjes, ahora sin trabajo, vendió entonces su receta de los pasteles a Domingo Rafael Alves, comerciante del barrio vinculado con la caña de azúcar. Desde entonces, sobre la receta impera un celoso secreto. “Solo cuatro personas la conocen”, nos asegura Fedra, nuestra anfitriona y supervisora del lugar. 

El proceso de traspaso de la receta, nos dice, se da muy progresivamente a cocineros expertos de la pastelería, a medida que quienes tienen la fórmula van dejando de trabajar. Con esa receta, Pasteis de Belém cocina día a día entre 25 y 30 mil unidades. El récord, nos cuenta Fedra, fue un día que alcanzaron los 58.000 pastelitos. La producción es artesanal, y de eso se ocupa un grupo de unas 25 mujeres que, uno a uno, van fonzando la masa en los miles de pequeños moldes que tiene el sector de producción.  

La máquina que vierte el relleno, nos cuenta Fedra, fue especialmente desarrollada para Pastéis de Belém. Es parte fundamental de un proceso que está preparado para hornear de a 900 pastelitos por vez, en 15 bandejas de 60 piezas cada una. La recorrida por la línea de producción es interesante porque uno siente que está viendo el detrás de escena de un lugar mítico de Portugal. Suma, a esta visita, la amabilidad y predisposición de cada uno de los empleados del lugar. “La mayoría de los que estamos acá trabajamos hace 20 o 30 años”, dice Fedra. Algo bien, sin dudas, hace un lugar que sostiene a su equipo por tiempos largos. 

La visita continúa por los salones donde los clientes pueden sentarse a disfrutar de los pastelitos y de las otras opciones del menú. Estos espacios han ido creciendo en los últimos años y hoy por hoy Pastéis de Belém también agregó lugares de despacho para clientes al paso, además de lo que ellos mencionan como el “mostrador histórico”, el primero que entregó los pastelitos. 

“Lo que buscamos es que los clientes tengan una buena experiencia”, dice Fedra y este notero lo corrobora. Una humilde web gastronómica del fin del mundo escribió, hace unas semanas, para ver la posibilidad de ir a visitar una de las cocinas más icónicas del mundo. Con una amabilidad digna de los grandes, recibimos respuesta e invitación, que se tradujo en una cita perfectamente guiada, en donde Fedra nos orientó paso a paso, mientras en su rol de supervisora atendía pedidos y detalles que su equipo requería al pasar. El cuidado del detalle, como secreto de la hospitalidad. 

Terminamos la visita degustando los pastelitos en el patio del lugar. La sencillez de los ingredientes, la mística del lugar, la atención y el clima portugués hicieron que, efectivamente, viviéramos un momento irrepetible, al cual querremos volver una y otra vez.

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