Locales y emprendedores
Pan de Garage

Tiempo de lectura: 8 minutos
La primera vez que lo vi a Julián le dije que quería hacerle una nota para elpancito.ar. Ya tengo el título, me dijo: soy un panadero celíaco. No será ese el título pero sí, sin dudas, un ingrediente clave en la nota.
Julián abrió Pan de Garage hace poco menos de un año. El nombre es descriptivo: hace pan en un garage. No en cualquier garage, sino en el de su casa familiar, en 19 de Mayo 527. Como muchos comienzos de empresas hoy famosas, el emprendimiento de Julián nació en ese espacio funcional pero relegado de los hogares, que sirve para guardar, para apartar, para que algo no esté en el paso.
Y es que, justamente, la cocina había quedado en el paso de la vida familiar.
Julián se prometió que no se dedicaría a la cocina. Cansado de ver a su madre y a su hermana pasar larguísimas horas dedicándose al emprendimiento “Abuela Ñata”, él quiso ir para otro lado. Probó con medicina (que fue enfermería durante tres años) y también con nutrición. Mientras probaba esta última carrera, en pleno confinamiento, la hermana lo desafió: extraño el pan de campo de Blossom, le dijo. Eso bastó para que pruebe de hacerlo. Me salió buenísimo, dice Julián. Y empezó el camino. Rompió la autopromesa y comenzó a amasar.
Soy súper exigente y quiero ser el mejor, define, contundente. La estrella del primer tiempo fue el pan de hamburguesa, que hoy hornea por docenas y se distribuye en varias cervecerías y restaurantes locales. Al principio la venta fue casi sin querer, porque los amigos le insistían. Tanto que, cuando envió de regalo una caja con panificados y la agasajada lo publicó en redes, muchos asumieron que finalmente había comenzado a vender, por lo que empezaron a encargarle.
Con el correr de los días, el tiempo extra que dedicaba a la panadería mientras estudiaba fue ganándose lugar y convirtiéndose en protagonista de la jornada. El proyecto, de la mano del pan, leudaba lentamente como los fermentos que a Julián le gustan. Veía gente que venía a comprarme, que me contaba lo cansado que estaba de su trabajo por no hacer lo que le gusta, y yo no quería verme en esa situación dentro de unos años, cuenta. Entonces fue a fondo.
Pidió el garage de la casa para salir de la cocina hogareña y lo acondicionó. Al principio tenía solamente este horno y esta mesa —señala—. Arreglamos las paredes con unos amigos y empecé. Cuando le agarró la mano a los panes, especialmente al de molde, que hoy es uno de los grandes favoritos, quiso ir por lo más difícil. Así, encontró que en todos lados coincidían en que el desafío para un panadero son los laminados. Concretamente, Julián empezó la exploración para fabricar el mejor croissant que fuera posible.
Probó, estudió, estudió y probó. Si bien la academia iba perdiendo lugar, no así el estudio. Se autodefine como autodidacta en el rubro panadero y, si a eso le sumamos la exigencia, el resultado es una actitud tenaz para lograr el resultado pretendido.
Pero Julián se sentía mal. Físicamente había algo que, claramente, no iba. Al comer panes comprados, le caían mal. No así con los suyos. Había una sospecha de celiaquía, pero para un panadero naciente asumir esa situación no era nada fácil. Frente al incipiente éxito de su emprendimiento, la celiaquía podría ser una pésima noticia. Entonces primero probó: dejó las pastas, la pizza, el pan comprado y otros derivados, y empezó a sentirse mejor. Sin embargo, algo del malestar persistía. Finalmente la sospecha se confirmó y los estudios dijeron que la celiaquía estaba ahí.
Cronológicamente, eso ocurrió en el preciso momento en el que comenzaba a explorar el mundo de los laminados. Jamás probé uno de mis croissants, dice Julián. Desde que me diagnosticaron —agrega— nunca rompí la dieta.
¿Cómo sabe, entonces, si está haciendo un buen croissant? Por un lado, la sofisticación de la técnica permite deducir, con sentidos distintos al gusto, si la pieza salió bien: si se ve bien, es un buen comienzo. Si se siente liviano, como lleno de aire, seguimos bien. Finalmente, al cortarlo, deben verse capas perfectamente separadas, sin sectores de manteca o masa apelmazada, y con alveolos de buen tamaño presentes en el interior de la pieza. Así, aún sin poderlos probar, Julián sabe que el producto se encaminó bien. Suma, para el sabor, a la catadora oficial e implacable: su madre. Sé que ella me va a decir la posta, aunque me enoje si me critica.
Hoy Pan de Garage es una de las propuestas más refinadas en la escena de la panadería local, muy especialmente en el ámbito de los laminados. No tiene muchos productos (debo tener unos diez), pero lo que hace lo hace muy bien. En laminados destacan el croissant —claro— , junto con el pan de chocolate, los tartines de frutas y el Napoleón con dulce de leche (una milhojas imperdible). A eso se suman los panes que antes mencionamos, baguettes y focaccias, entre algunas otras alternativas. En diciembre probó y ganó con el pan dulce y decidió que también los haría durante el invierno, por lo que en estos días los está ofreciendo para acompañar las tardes frescas bahienses.
En los planes de Julián hay sueños que incluyen abrir otros garages con el mismo formato: una cocina abierta, a la vista, con muy buenos productos. Asegura que seguirá probando y explorando el mundo de los panificados, abriéndose a nuevos desafíos. Su celiaquía, además, lo motiva para investigar en los panificados sin TACC, por lo que ya comenzó a recorrer ese camino, con unos chipá con anís que están prontos a salir. La ventaja que tendré con la panadería sin TACC es que podré probar más, arriesgar más, porque son productos que yo mismo podré testear, dice.
Julián habla rápido y abundante. Mientras lo entrevistamos atiende clientes y comienza a laminar la producción del día siguiente. Este proceso empezó ayer, cuenta: un croissant tiene tres días de elaboración, entre el amasado, el laminado y formado, y el horneado. Entre que va, atiende, amasa, lamina, cobra y nos charla, se le nota la pasión: se ve claramente que la panadería lo atraviesa y le rompe la cabeza, y que definitivamente no frenará hasta lograr su objetivo de ofrecer el mejor panificado posible.
Locales y emprendedores
Sabor Urbano

Tiempo de lectura: 5 minutos
“Las empanadas urbanas seguirán estando, porque para los clientes son irreemplazables”, nos dice Daiana, una de las chef. Pocos locales gastronómicos de la ciudad tienen tan asociado un producto a su marca. Las empanadas urbanas, claro está, las encontramos en Sabor Urbano y son un clásico de este local que, con nuevos dueños desde el 20 de enero, ofrece mucho más que empanadas.

Nos encontramos con el nuevo equipo de Sabor Urbano un día de la semana al mediodía y todo estaba en movimiento. “Queremos ser también una opción para los mediodías”, dice Agustina, otra de las chefs del lugar ubicado en Alsina 618. Es por eso que la carta muestra no solo empanadas, sino también pizzas, ensaladas y sanguchería tanto fría como caliente, y muy pronto tendrá disponibles opciones de vianda para todos los días, pensadas tanto para quien está trabajando en una oficina cercana como en quien está en su casa y quiere una opción diferente para comer.
Cuando decimos “todos los días”, somos literales: podemos pedir en Sabor Urbano de lunes a lunes, mediodía (de 11.30 a 14.30) y noche (19.30 a 23.30). Los pedidos se hacen en el mismo local, por WhatsApp o por PedidosYa, según la conveniencia y la necesidad de cada uno. El lugar fue renovado y adecuado a todas las normas vigentes, para que el equipo —guiado por los valores de compromiso, respeto y compañerismo—, pueda dar lo mejor de sí a la clientela.
Pasemos; ahora sí, a degustar. La charla la mantuvimos con Dai, Agus y Diego, un miembro más del equipo Urbano. A cada uno le preguntamos, primero, por la empanada favorita del menú. Y después, por cualquier otro plato de la carta que no sea empanadas.
Nos armaron una tríada de empanadas “cerdo con ananá, pollo al disco y pollo Strogonof”. Daiana optó por “wok de vegetales y la Urbana de atún, que empezamos a hacer para Semana Santa, gustó mucho y se quedó”. Agustina, por su parte, se la juega con una sola: “alemana Frankfurt, que es un viaje internacional”, asegura. Estas pistas servirán al lector para la ardua tarea de elegir entre las casi 30 variedades que ofrece el lugar.

Un dato no menor es que tomaron todas las recetas originales y perfeccionaron sus rellenos; les dieron un “nuevo toque Urbano”, con la idea de que el sabor se asemeje al nombre del producto y el cliente pueda vivir una “verdadera experiencia” en todos sus sentidos.
Nos cuentan que “hacemos pruebas de sabores permanentemente para ir incorporando nuevos productos”. Este proceso se da a partir de las recomendaciones de los clientes y también siguiendo las propias búsquedas de las chef y el resto del equipo.
Yendo ahora a platos de la carta que no sean empanadas, el equipo de Sabor Urbano también tiene recomendaciones para quien quiera conocer sus opciones por primera vez: Agustina se la juega por las ensaladas. Recién llegadas al menú, se despachan súper completas y variadas, con todo lo necesario para poder comerlas directamente. Daiana en cambio recomienda las pizzas que, con una masa casera que fermenta entre 24 y 72 horas, promete una crocancia inolvidable. Diego, por su parte, sugiere la hamburguesa Urbana: “casera, jugosa, generosa… y viene con todo”, asegura.

Vale la prueba, obviamente, probar el renovado Sabor Urbano. La variedad de opciones merece que volvamos más de una vez. En su perfil de instagram informan de promociones bancarias y propias, y atención: todos los jueves realizan un sorteo. El empuje del equipo, sumado a la tradición de una marca reconocida en la ciudad, auguran una experiencia que, seguramente, el lector querrá disfrutar y compartir.
Emprendedores
Cubanitos de la Bahía

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“La Fiesta del Cubanito le dio un nuevo impulso a la cultura cubanitera en Bahía”, afirma Juan Rodríguez a poco de empezar la entrevista, en relación al evento que, el pasado 12 de marzo, lo consagró como Cubanitero del Año.
Cuenta que primero el jurado le pidió cinco de los cubanitos tradicionales, que era una de las categorías en las que se había anotado. “Pero al rato vinieron a pedirme uno más, porque estaban con dudas… eso ya me llamó la atención”. “Luego presenté el de la categoría Innovación, que por el tamaño pensaron que era helado pero no, es puro dulce de leche”. Habla con orgullo de su cubanito innovador, que consiste en una oblea más grande de lo habitual bañada en chocolate, con almendras pegadas con dulce de leche y, nuevamente, todo bañado en chocolate. ¿El relleno? Puro dulce de leche. “Equivale a media docena de los tradicionales”, le dirá luego Juan a una clienta. Efectivamente, es contundente y se parece mucho más a un postre que a un cubanito para acompañar a un mate.

Luego, lo que se sabe: desde el escenario anunciaron los ganadores y Juan ganó el segundo puesto del cubanito tradicional (superado por Cubanitos La Loba), el primer premio en Cubanito Innovación y finalmente el premio mayor, Cubanitero del año. “Yo ni pude ir al escenario porque tenía una fila de gente que iba desde acá hasta allá”, dice señalando fácil unos 30 metros de largo. “Con cada premio la gente de la fila gritaba y aplaudía, y cuando ganamos el de Cubanitero del Año tuvo que venir mi señora a avisarme porque yo no lo había escuchado, un amigo fue a recibir el premio”, dice. La fila enloqueció en aplausos y ovaciones, y ahí es cuando Juan no pudo contenerse y se emocionó hasta las lágrimas por el logro.
El carro de Cubanitos de la Bahía está ubicado en Avenida Dasso y Ecuador, en el camino que une Villa Rosas con Ingeniero White. Justo ahí, en esa curva, Juan se instaló hace dos años cuando comenzó con el emprendimiento en Bahía. Su presencia en el barrio no es nueva: Juan es oriundo de esta zona, en donde trabajó durante muchos años como carnicero. Luego de unos años en el sur, volvió al pago y comenzó a construir el sueño de Cubanitos de la Bahía. “Acá todos me conocen, pero desde que gané en la fiesta, se acercó mucha gente nueva a probar los cubanitos”, dice. Abre todos los días a partir de las 16.00.

Habla Juan de lo importante que es el cubanito para la cultura gastronómica local. “Lo que pasa acá es único… he estado en ciudades en donde hay un carro o dos, pero acá algunos dicen que llegan a 140 carros vendiendo cubanitos, a razón de unos mil cubanitos por semana por carro”. Haciendo cálculos grandes, estima entonces que la mitad de los bahienses comemos cubanitos una vez por semana. “Es impresionante —suma otra clienta—, lo que pasa acá no se ve en ningún lado”.
Cuando conversamos con Juan sobre el futuro y los sueños, rápidamente menciona sabores nuevos de cubanitos que está diseñando para ofrecer al público. Saladas y dulces, las opciones proliferan en su mente creativa casi sin parar. “Pero mi sueño es el local”, concluye: “imagino un local en donde entrás y elegís: de dulce de leche, de crema pastelera, bañado, con mousse, salados… espero poder concretarlo pronto”. El premio otorgado por el Municipio seguramente impulse en este sentido.
El éxito de la Fiesta del Cubanito confirmó que Bahía merecía este evento. El cubanito, esa golosina (o postre o merienda) simple pero anclada en el corazón local, convocó a decenas de miles de vecinos en una tarde cuyo clima se obstinó en hacerla tambalear. No pudo: los bahienses salieron igual —pese a la humedad, el calor y la lluvia— a degustar uno de los grandes orgullos gastronómicos locales. Al salir, no solo volvieron a poner en primer plano al cubanito, sino que seguramente le han dado un gran impulso para que tanto Juan como otros de los muchos cubaniteros coterráneos se animen a seguir pensando vueltas creativas e innovadoras para este plato.
Locales y emprendedores
Bulgaro

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Dos amigos que se conocen de toda la vida. Desde primer grado compartieron aula y luego ese compartir se convirtió en una amistad que derivó en un sueño de emprender algo juntos. El café de especialidad fue el nicho elegido “porque en Bahía todavía había muy poco”. Tomás Rotnizky y Genaro de Robio son los creadores de Bulgaro, una cafetería de especialidad que se instaló hace medio año en Zapiola 15, casi esquina Yrigoyen.
El local es muy lindo y en pocos metros cuadrados se las han ingeniado para ofrecer al menos cuatro ambientes bien distintos para quien quiera ir a experimentar Bulgaro: el patio, el salón, la barra y la vereda. ¿Nuestra recomendación? Patio para charla distendida, salón para reunión virtual y vereda para disfrutar los días de buen clima. En cuanto a la barra, hay también dos opciones: en la vidriera, para un café más al paso, y la barra de servicio, ideal para charlar con el equipo de Bulgaro y profundizar en el mundo cafetero.

Elpancito ha ido charlando con muchas de las nuevas cafeterías de especialidad que se están instalando en Bahía y siempre encontramos un punto en común: la pasión por explorar un mundo nuevo. El café inspira respeto, búsqueda, matices, tratar de entender el paladar del público para, luego, ofrecer la mejor opción posible: “tenemos un grupo de Whatsapp entre nosotros dos en el que todos los días nos mandamos cosas de café”, dice Tomás.
En Bulgaro esto se ve con claridad. Tomás y Genaro trabajan para que la experiencia sea placentera, analizando opciones de distintos tostaderos nacionales y locales que han ido descubriendo a lo largo de su propio recorrido cafetero.
Además, el objetivo de los dueños es que quien prueba Bulgaro busque volver. “Nos alegra ver que tenemos, por un lado, mucha clientela nueva —lo que es lógico porque tenemos pocos meses funcionando—, pero que a la vez ya tenemos muchos clientes que eligen volver”, dicen. El cliente habitué, un clásico de las cafeterías: es aquel que no solamente va muchas veces, sino que además se siente parte de la casa, se siente bienvenido, sabe que desde la barra recuerdan qué es lo que siempre pide y cuáles son sus gustos específicos. A eso apunta el equipo de Bulgaro, a estar atentos y a enfocar la experiencia en el servicio. “No tenemos cocina, nuestro fuerte tiene que ser, entonces, el café y que te sientas bien recibido”, dice Tomás.

Genaro hace una pequeña radiografía del cliente de Bulgaro: “por la mañana viene más el que busca en sí el café de especialidad. Es un cliente que pregunta más, que prueba, que le interesa más el tema”. Y agrega que por la tarde se dan lógicas más sociales, de parejas que salen a merendar o grupos de amigos que se encuentran a compartir. Es por eso que para este momento la casa propone combos para compartir, en donde el centro es el café, pero la abundancia es protagonista, con tostados, laminados, cookies y hasta yogur natural con granola para degustar. Sin lugar a dudas, una muy buena forma de conocer este lugar.
Decíamos que el lugar no tiene cocina, por lo que para el equipo ha sido clave aliarse con opciones indiscutibles de la ciudad. Así es como eligieron a Pan de Garage para los laminados que se ofrecen en Bulgaro y a Nunnie y Pilar pastelería para los alfajores gourmet y otras delicias. En estos días en los que el calor se empeña en quedarse en Bahía, recomendamos fuertemente probar las opciones de café frío que ofrecen en este local. Si el lector es reticente a este bebida, sepa que se está perdiendo un mundo nuevo y muy lindo de explorar.
Elpancito se considera ya habitué de Bulgaro. Vamos solos, vamos a hacer reuniones de trabajo, vamos en plan social. Vamos, porque es cómodo, porque la atención es impecable y porque la zona es práctica para pasar y entrar. Invitamos, por supuesto, a que quien llegó hasta acá se acerque también a Zapiola 15, de lunes a sábado de 8 a 20 y disfruten de este nuevo rincón bahiense.
Lucia
3 julio, 2021 at 8:30 pm
Wooooowww! Pasión, responsabilidad y trabajo, mucho trabajo, nunca falla! Felicitaciones
Ana
3 julio, 2021 at 9:30 pm
Genio!!! Te felicito!!!!! 👏👏👏
Leticia
4 julio, 2021 at 7:39 pm
Julian pone TODA su PASIÓN y se nota en cada uno de sus productos❣️❣️❣️Se supera día a día!!!
Betina
4 julio, 2021 at 8:02 pm
Me encanta el entusiasmo de Julian y sus productos son geniales!!!! Los mejores
Norka
4 julio, 2021 at 8:11 pm
El mejor de Bahia lejos!!!!
Patricia
5 julio, 2021 at 12:33 am
Me gustan sus productos!!! Y me encantan los jóvenes asi, autodidactas y confiados en arriesgar, pero trabajando!!! Abrazo Julián!!!
Emilce
5 julio, 2021 at 12:39 pm
Un exquisito en lo que hace, superación ante su adversidad ,se lo dije el día q lo conocí, prolijo ,exigente y responsable , nada puede salir mal . Por muchos pan de garage mas!!!