Por Diego García.
Publicación: septiembre 27, 2021.

Tiempo de lectura: 7 minutos

 

Es fuerte pensar que hay lugares que hoy parecen imprescindibles en la escena gastronómica local y hace muy poquitos años todavía no existían. Algo así pasa con Madeleine, la hermosa pastelería que está en Fuerte Argentino 515, en una de las zonas más lindas de la ciudad. Modificamos el local para que se pueda disfrutar del paisaje, nos cuenta Mani (que es Madeleine), mientras tomamos un café justito al lado de la ventana que da al Paseo

Madeleine pone el foco, especialmente en las tortas y el café. Las tortas y toda la pastelería están a cargo de Mani quien, luego de estudiar cocina, realizar talleres para chicos y pasar un tiempo en Italia por motivos familiares-laborales, volvió a su ciudad natal para dedicarse de lleno a su pasión. Comenzó con pedidos particulares, luego el emprendimiento creció y se transformó en un foodtruck hasta que, hace unos tres años, se animaron a apostar por un local fijo. El local es hermoso. Los colores, los murales, las texturas, los carteles… cualquier rincón es apto Instagram: las redes fueron las que me trajeron hasta acá, por eso también quiero que el lugar sea lindo para postear, dice Mani. Además es cómodo, la onda del equipo es increíble y las tortas, como da fe todo aquel que ha ido, son riquísimas.

Mi favorita es la Matilda, pero creo que la favorita de la gente es la de nuez, dice Mani. La Matilda es la torta de la famosísima película de la joven con poderes telequinéticos, aquella que Bruce tiene que comer (entera) bajo la amenaza de la temible directora Tronchatoro. La escena pasó a la historia y esa torta, chocolatosa a más no poder, trascendió las pantallas para convertirse en una de las estrellas de Madelaine. La de nuez, por su parte, tiene de base una masa húmeda de nuez y luego lleva dulce de leche y crema batida. Una delicia.

Además de esas dos, en el local se pueden encontrar opciones conocidas como el key lime pie, la marquise de frutos rojos, la chocotorta y la chocooreo, y otras alternativas que el equipo va probando y publicando en sus redes sociales: hay que estar siempre atentos a las stories de @madeleinepasteleria. El menú da cuenta de cerca de 20 tortas, por lo que hay que ir y volver varias veces para probarlas todas.

Tortas y café, dijimos. El café está a cargo de Bruno, esposo de Mani y mano derecha del emprendimiento. Se formó como barista y se ocupa también de la formación de todo el equipo. Por un lado, para garantizar un buen café. Trabajamos con Bigliardi, no los cambiamos por nada, cuenta Mani. El tostadero les preparó un blend Madeleine, que es el que se sirve todos los días y también el que los clientes pueden llevar molido para consumir en su casa. Por otro lado, Bruno transmite la técnica del latte art, esas decoraciones hechas con la espuma de la leche, que se han convertido en marca registrada del lugar: todo aquel que recibe su taza con el corazón espumoso dibujado por la mano experta del barista, no puede resistirse a instagramearla en el mismísimo momento. Por ese motivo, entonces, es clave el entrenamiento, para que todos los que preparen café en el lugar se animen a hacerlo. 

Claro que también hay opciones saladas, porque no solo de dulces vive la humanidad. De hecho, la sugerencia de Mani para un visitante hipotético que pasa por única vez por Bahía y elige a Madeleine para comer, es el sándwich de vacío desmechado, acompañado por una limonada. El tostado de pan de campo también es súper recomendable, el croissant de jamón y queso no se queda atrás y absolutamente todo lo que está en la carta vale la prueba. Además, en Madelaine se pueden consumir las tartas que prepara el equipo de Cla, y las pizzas de estilo napolitana que hace Bacano. Calidad y colaboración, para una experiencia completa. 

El foodtruck sigue existiendo, con la esencia de Madeleine intacta y siempre con ganas de volver a rodar. De hecho, en ocasión del día de la primavera, lo volvieron a abrir para ofrecer box de picnic listas para degustar al aire libre. Ojalá este tiempo de volver a algunas normalidades haga que los foodtruck vuelvan a dar vueltas por ferias y festivales.

El espíritu de Madeleine Pastelería es destila buena onda. Las veces que hemos ido la atención ha sido de diez, sin excepciones. Todo el equipo se ocupa de atender con una sonrisa, de sugerir y de asegurarse de que quienes van al lugar, se lleven un lindo recuerdo. ¡Incluidas las mascotas!: Madeleine es pet friendly y los amigos perrunos reciben, al llegar, un plato con agua y una golosina canina para pasar un buen rato.

Mani y Bruno tienen ganas de seguir creciendo. De ampliar, de expandirse. Lo harán, como hasta ahora, cuidando la calidad de lo que ofrecen, consolidando una marca que ya pisa fuerte en Bahía e irradiando dulce felicidad a todo aquel que se acerque a su local.

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“Nacemos de la mano de El Mundo de la Parrilla, que ha sido el negocio familiar de toda nuestra vida”, cuenta Agustín Amorosi quien, junto con Antonela Siracusa son los que crearon La Casa de Atrás. “A partir de estar hace tantos años en este ambiente, conocemos a muchos cocineros y también tenemos mucho contacto con bodegas que se suman a la propuesta”, agrega. Sus orígenes profesionales nada tienen que ver con la cocina: él ingeniero industrial y ella economista, fueron acercándose al mundo gastronómico por frecuentar los pasillos de la tradicional parrilla local, y por el propio gusto por comer y beber bien.

El plan original para este espacio era hacer oficinas para alquilar. Ese proyecto no parecía tener buen destino como negocio, por lo que La Casa fue convirtiéndose en una especie de anexo de El Mundo… “lo fuimos armando despacito, decorándolo, poniéndolo lindo”, recuerda Anto. “La primera idea fue ofrecer algo de pasta, que venga un chef un par de veces por mes y que armemos algo en torno a eso”, cuenta. La idea siguió evolucionando hasta llegar al concepto que tiene hoy: “buscamos generar un espacio en donde puedas venir 100% a disfrutar”, destaca Anto. “Las cenas por paso, para el comensal, tienen la ventaja de que no tenés que decidir nada. La propuesta ya está hecha y solamente tenés que venir a disfrutarlo”, suma. 

“Nos dimos cuenta de que en Bahía y la zona hay un montón de chef que son cracks, que hacen cosas muy buenas”, dice Agustín, “y eso nos impulsó”. Por el lado de los chef que ya han cocinado en La Casa, Agustín destaca que “les gusta porque pueden probar cosas distintas”. Algunos porque no tienen un restaurante, como Julián Álvarez (Pan de Garage), que realizó un evento exclusivamente sin TACC; otros porque desde este espacio pueden llegar a nuevos públicos, como Elcira Colombo (El Rancho), que tiene su restaurante en Argerich, o simplemente porque aún teniendo restaurante en Bahía, en este tipo de eventos se pueden probar cosas nuevas, para una cantidad de cubiertos acotada, que quizás son difíciles de incorporar en una carta cotidiana: “Julio (Allo, de la Taberna Baska) hizo una vez acá en el patio un show con ostras que fue espectacular”, dice Anto.. 

“Por el lado de los vinos, la propuesta que hay en El Mundo de la Parrilla no la tiene nadie más en Bahía”, asegura Agustín. Anto suma: “entonces, aprovechando ese vínculo de la parrilla con las bodegas, también pudimos sumar, a la propuesta de la casa, que cada cena esté acompañada por una buena propuesta de vinos”. 

Como sello de un emprendimiento familiar, la prueba piloto de La Casa de Atrás estuvo a cargo de Julio César Amorosi, el papá de Agustín y dueño de El Mundo de la Parrilla, y de Silvio Siracusa, el padre de Anto que se encargó de cocinar. “Fue muy familiar, muy chiquito, para ver cómo rebotaba”, recuerda Agustín. A partir de ahí, la historia es la que se puede recrear en las redes sociales de La Casa de Atrás: cada pocas semanas se anuncia un evento que, en apenas horas, se llena de comensales deseosos de vivir una nueva experiencia inolvidable. “Estamos mucho en los detalles, nos gusta que la gente se sienta bien recibida, cuidada”, mencionan, enfatizando el concepto de casa.

“Cada evento lo vamos armando junto con los chef, partiendo de la propuesta creativa de platos que nos hacen”, dice Agustín. En la misma línea, comenta que en ese trabajo en conjunto se aseguran que la carta vaya con la propuesta de La Casa de Atrás, con el paladar bahiense y también, obviamente, que esté dentro de los costos razonables. “Estamos teniendo una respuesta espectacular de la gente, el desafío es sostenerlo durante muchos años, como es la experiencia de El Mundo…”, dice. 

Ya hemos mencionado a algunos de los chef que protagonizaron las cenas en La Casa de Atrás. A esa lista podemos sumar nombres tales como Laura Labeyrie, Nuria Daher (Nunnie), Raulo Romagnolo y Osvaldo Carbajo (Biguá) y Seba Sureda (Liberté), entre otros. 

Además, recientemente hubo una suerte de edición doble de lujo, a cargo de Nitu Digilio, uno de los chef bahienses más influyentes de la actualidad. Nitu se formó en El Bulli (el imprescindible restaurante de Ferran Adriá que fue una bisagra gastronómica en el comienzo de este siglo), fue jefe de cocina de Café San Juan y ahora está a cargo de Peperina, en Traslasierra, Córdoba. El chef tres estrellas Michelin deslumbró a los comensales con dos noches que quedarán en el recuerdo de La Casa de Atrás.

La charla con Anto y Agus es amable y fluida, porque en el diálogo reflejan con sencillez el amor que tienen por este emprendimiento. Se nota que han creado un ambiente que quieren mucho, que los inspira y los mueve. De eso va, en definitiva, el mundo de la gastronomía. “Lo que más disfrutamos de La Casa de Atrás es generar un espacio de disfrute y placer en el que podamos plasmar nuestra pasión por la gastronomía y, especialmente, resaltar la calidad de los chef que tenemos en Bahía”, concluye Agustín.

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