Por Diego García.
Publicación: abril 11, 2022.

Tiempo de lectura: 5 minutos

Buena cocina de restaurante y una linda terraza en plena avenida Alem. Esa podría ser una buena síntesis de lo que Zibá está ofreciendo desde hace poco más de un año, cuando Martín Laggiad y su socio Iván Cayul se hicieron cargo de esta propuesta gastronómica en la esquina de 11 de abril. . 

Cuando hablamos de Martín nos referimos al mismo dueño de Oveja Negra, el café céntrico que ha sabido instalarse como un lugar de paso con buena calidad y atención. Zibá pareciera ser un redoble de apuesta: un restaurante que está abierto desde temprano en la mañana (desde las 9.00) y ofrece todas las comidas hasta la medianoche. Abre de martes a sábados en ese horario, y los domingos desde el mediodía. 

Su carta es interesante porque apuesta por el plato elaborado, de restaurante. No queremos ser un bodegón ni una cervecería, cuenta Martín, pese a tener también opciones de papas y cervezas, porque la zona así lo demanda. Pero la intención es ofrecer platos más interesantes, con opciones que cambian todos los días: siempre hay que preguntarle al mozo por el plato del día, dice.

Así, Martín nos arma el menú ideal para nuestra habitual hipótesis del viajero que por única vez pasa por Bahía y elige Zibá para comer: tenemos un gin muy bueno, con el que yo empezaría la noche, dice y sigue: pero si te gusta la cerveza, trabajamos con los chicos de Wilhelm, que tienen un producto buenísimo. Luego de entrada pediría una empanada de roast beef, que está tremenda. De plato las ribs y de postre lo mejor que tenemos es el tiramisú, aunque también sale mucho el cheescake de frutos rojos, si prefieren algo más frutal. El café de la sobremesa es de Cocambó, el tostadero local con el que también trabajan en el centro. 

Es importante insistir en que es un restaurante, dice Martín. Por ahí con el tiempo nos hemos acostumbrado a que todos los platos salgan ya y, si bien nuestro servicio es rápido, si alguien pide un ojo de bife cocido, obviamente va a llevar un tiempo. Se ha perdido algo de la salida como disfrute, sin estar tan pendientes del reloj, analiza.  

En su carta también se destaca la pizza estilo napolitano, que de a poco se va abriendo paso en la ciudad. Es una pizza finita, sin el piso al que nos habitó la pizza a la piedra, con un borde muy aireado (el típico cornicione) y cocinada en pocos segundos en un horno de barro fortísimo. Todas las variedades merecen la prueba, si al lector le gusta este estilo de pizza. 

Siguiendo con la cocina italiana, Zibá quiere ofrecer mediodías de domingo a pura pasta. Está por llegar una máquina nueva y la idea es empezar a enfocar el domingo en las pastas, dice Martín. Habrá que estar atentos para las novedades, que van informando regularmente en su Instagram

El ambiente de Zibá es ideal para disfrutar tomando un café solo o compartiendo una comida con amigos. La planta baja tiene mesas de distintos tamaños para diferentes grupos, y la vereda ofrece mesas tanto sobre la avenida como sobre la calle transversal. La terraza, por su parte, es la estrella del local. Es un espacio muy lindo con un techo que se abre cuando el clima lo permite y preparado para eventos que marcas y empresas necesiten organizar. 
Martín sigue apostando por la buena gastronomía en Bahía. Su carta comenzará a incluir embutidos producidos por Iván, quien se dedica a ese rubro dentro de la gastronomía. La carta, además, comenzará a tener estacionalidad: por eso el frente ahora lo van a ver decorado con hojas de otoño, y en primavera se reverdecerá, dice Martín. El viedmense, radicado acá hace ya muchos años, sigue fomentando lugares en donde se coma rico y se la pase bien.

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Por Camila Colombi.
Publicación: noviembre 3, 2025.

Tiempo de lectura: 4 minutos

En un rinconcito de la ciudad de Bahía Blanca se encuentra Rústico Panes. Se inauguró el 15 de febrero del 2025 pero nació de la iniciativa de dos amigos hace bastante tiempo: Bruno, panadero y psicólogo, y Julián Martín, diseñador e ilustrador, quienes unieron sus talentos para crear un lugar único.


“Estábamos haciendo un laburo y de la nada surgió la idea: yo tenía el espacio, él tenía ganas de cocinar. Compramos las primeras máquinas y comenzó un camino de casi tres años, con todo lo que eso implica”, recuerda Julián. Cada detalle del local refleja su mirada artística: los cuadros que decoran las paredes fueron pintados por él, por amigos o por otros artistas que conoció, mientras que muchos muebles y objetos son reciclados y reconvertidos para darle un sentido distinto al espacio.


La identidad visual también fue un punto clave. El logo —ese personaje en modo gamer bajando a comprar pan— sintetiza la idea de una panadería urbana, contemporánea y sin pretensiones. Panes con harinas poco refinadas, medialunas 100% manteca, las chipepas, la cookie de frambuesa y praliné de castañas o propuestas con pastrón son algunas de las ofertas que invitan a probar algo nuevo sin perder lo cotidiano. “Queremos que la gente pruebe cosas distintas, pero también que se sienta cómoda y disfrute del lugar” Los eventos son otro sello de Rústico. Lo que comenzó como una idea para darle movimiento al local ubicado en Mallea 775, terminó convirtiéndose en encuentros que combinan música, gastronomía y comunidad. “Me gustaba organizar eventos, laburaba de eso, así que lo incorporamos de forma natural. Invitamos a DJs amigos, armamos flyers, jugamos con los nombres: el Mundial de Chipá, el Festival de Medialunas, Primavera Rústico… y la gente se copa”, cuenta Julián.


Una de las anécdotas más recordadas fue durante uno de esos festivales: “hicimos el flyer, armamos la propuesta y de repente había más de 80 personas en la vereda, tomando café, charlando, probando medialunas. Hasta trajeron mantitas de sus casas. No lo pensamos así, simplemente se dio. Y eso está buenísimo.”


La madre de Julian,Silvia, también es socia y una parte activa del proyecto,ella es diseñadora de interiores por lo que también participó y aportó su mirada innovadora al proyecto,hoy atiende el local y coordina gran parte del funcionamiento diario.


El equipo se completa con Lu, a cargo de la pastelería que hace unas mermeladas con productos naturales increíbles, ella hace que todo sea delicioso; Agus, que pivotea entre cocina y atención; Fede, que se sumó sin experiencia pero con ganas de aprender; “cada uno sabe lo que tiene que hacer, y eso hace que todo fluya. Hoy somos un grupo que se complementa y se lleva bien, y eso también se nota en la experiencia de los clientes”, aseguran.


Rústico Panes no es solo una panadería: es un punto de encuentro donde la comida, el arte y la gente se mezclan con naturalidad. Un espacio que nació entre amigos y se sostiene con trabajo, creatividad y ganas de hacer algo distinto, sin perder la simpleza que lo hace tan propio.

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