Una semana para disfrutar sabores italianos

Por Diego García.
Publicación: noviembre 14, 2022.

Tiempo de lectura: 3 minutos

Este domingo 13 tuvo lugar la inauguración de la VII Settimana della cucina italiana nel mondo, en Bahía Blanca. Durante los próximos días, se llevarán a cabo diversas actividades formativas y recreativas para fomentar los sabores italianos en los distintos lugares en los que este país tiene presencia diplomática. 

En Bahía las jornadas están a cargo del consulado italiano en nuestra ciudad, y la agenda estará bien nutrida. Durante el evento inaugural el cónsul local, Samuele Fazzi, enfatizó que la convivencia, la sostenibilidad y la innovación son los tres ingredientes que Italia considera clave para la preservación del planeta. Esa mirada, de una gastronomía que contemple una foco global y atienda gran desafío de la alimentación, es parte del espíritu que embebe esta iniciativa. La comida, para Italia, es cultura y es economía, pero sobretodo es un elemento clave de nuestra marca país, de nuestra identidad, le dijo Fazzi a elpancito. 

Cónsul italiano Samuele Fazzi

La inauguración de la semana fue bautizada como “apericena”, un intermedio entre el aperitivo y la cena, y estuvo a cargo de tres chef de reconocida trayectoria: de nuestra ciudad, Pato Amantini y Fer Monachesi, ambos con sus respectivos equipos de Pasta del Quartiere y Bizzo. Y de Buenos Aires, Alberto Giordano, del restaurante IKE Milano

La comida, por supuesto, hizo gala de un amplio abanico de platos italianos: fiambres típicos (prosciutto y mortadela con pistachos, entre otros), diversas variedades de mozzarellas (burrata y mozzarella ahumada trenzada), pizza estilo napolitano, focaccia, fideos, pastas rellenas y carnes. Al momento del postre, llegó la pizza de Nutella y la sfogliatella.

Fue una muestra de lo que será la semana, entre el 14 y el 19 de noviembre. El programa completo se puede consultar aquí, e incluye eventos virtuales, masterclasses con los tres chef mencionados y con Andrés Donari y Tomás Ferro, de Capitanes. El cierre será el sábado 19, a partir de las 18.00, en el Puerto. El evento, denominado “Sabores italianos en el Puerto esperando a San Silverio”, contará nuevamente con la presencia de Bizzo y Pasta del Quartiere y ofrecerá, además, la oportunidad de que un visitante se gane un viaje a Italia para disfrutar de un tour gastronómico. La entrada es libre, gratuita e imperdible. 

Semanas como estas permiten reconectar con sabores añorados, actualizados en la historia personal de cada comensal. El recorrido que cada uno de estos platos ha hecho en las vidas y en las mesas de millones de argentinos de raíces italianas, dota de una gran calidez y cercanía a cada evento propuesto por la organización. Sin lugar a dudas, serán días para disfrutar y compartir.

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Por Diego García.
Publicación: noviembre 6, 2025.

Tiempo de lectura: 5 minutos

Un local nombrado en honor a su producto estrella. Un producto con más de 190 años de historia. Mística por el secreto de su receta. 30.000 unidades diarias. Un único punto de venta. Una empresa familiar, con más de 200 empleados dedicados a ofrecer, día a día, la delicia lisboeta por excelencia. Les damos la bienvenida a Pastéis de Belém.

El pastel de Belén es un dulce portugués que consiste en una canastita de hojaldre finísimo, relleno de una crema pastelera y, según indica la tradición, espolvoreado con canela justo antes de comerlo. El original es este y es una marca registrada de este sitio que comenzó a venderlo allá por 1837. Cuenta la historia que la receta nace en el monasterio de la orden de los jerónimos, Santa María de Belén, vecino de la pastelería. En el contexto de la revolución portuguesa de 1820 que puso fin a la monarquía absoluta de este país, el monasterio cerró. El panadero de los monjes, ahora sin trabajo, vendió entonces su receta de los pasteles a Domingo Rafael Alves, comerciante del barrio vinculado con la caña de azúcar. Desde entonces, sobre la receta impera un celoso secreto. “Solo cuatro personas la conocen”, nos asegura Fedra, nuestra anfitriona y supervisora del lugar. 

El proceso de traspaso de la receta, nos dice, se da muy progresivamente a cocineros expertos de la pastelería, a medida que quienes tienen la fórmula van dejando de trabajar. Con esa receta, Pasteis de Belém cocina día a día entre 25 y 30 mil unidades. El récord, nos cuenta Fedra, fue un día que alcanzaron los 58.000 pastelitos. La producción es artesanal, y de eso se ocupa un grupo de unas 25 mujeres que, uno a uno, van fonzando la masa en los miles de pequeños moldes que tiene el sector de producción.  

La máquina que vierte el relleno, nos cuenta Fedra, fue especialmente desarrollada para Pastéis de Belém. Es parte fundamental de un proceso que está preparado para hornear de a 900 pastelitos por vez, en 15 bandejas de 60 piezas cada una. La recorrida por la línea de producción es interesante porque uno siente que está viendo el detrás de escena de un lugar mítico de Portugal. Suma, a esta visita, la amabilidad y predisposición de cada uno de los empleados del lugar. “La mayoría de los que estamos acá trabajamos hace 20 o 30 años”, dice Fedra. Algo bien, sin dudas, hace un lugar que sostiene a su equipo por tiempos largos. 

La visita continúa por los salones donde los clientes pueden sentarse a disfrutar de los pastelitos y de las otras opciones del menú. Estos espacios han ido creciendo en los últimos años y hoy por hoy Pastéis de Belém también agregó lugares de despacho para clientes al paso, además de lo que ellos mencionan como el “mostrador histórico”, el primero que entregó los pastelitos. 

“Lo que buscamos es que los clientes tengan una buena experiencia”, dice Fedra y este notero lo corrobora. Una humilde web gastronómica del fin del mundo escribió, hace unas semanas, para ver la posibilidad de ir a visitar una de las cocinas más icónicas del mundo. Con una amabilidad digna de los grandes, recibimos respuesta e invitación, que se tradujo en una cita perfectamente guiada, en donde Fedra nos orientó paso a paso, mientras en su rol de supervisora atendía pedidos y detalles que su equipo requería al pasar. El cuidado del detalle, como secreto de la hospitalidad. 

Terminamos la visita degustando los pastelitos en el patio del lugar. La sencillez de los ingredientes, la mística del lugar, la atención y el clima portugués hicieron que, efectivamente, viviéramos un momento irrepetible, al cual querremos volver una y otra vez.

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