Recorrido sin gluten

Por Diego García.
Publicación: junio 12, 2021.

Tiempo de lectura: 4 minutos

 

Hasta hace algunos años, encontrar productos alimenticios que no contengan gluten era un verdadero desafío. Y encontrar un lugar que específicamente los vendiera, era aún más difícil. Por suerte para los celíacos, en nuestra ciudad cada vez hay más opciones para aquellos que no pueden (o eligen) no consumir TACC (trigo, avena, cebada y centeno). Además, tanto en restaurantes como en supermercados, nuestra gastronomía se ve fortalecida con una oferta de productos sin TACC y las marcas más comerciales están certificando cada vez más sus productos como libres de gluten, algo que está genial. Es por eso que en esta nota nos propusimos encontrar aquellos locales que se dediquen específicamente a la venta de productos de estas características.

Celi Bahia. Ubicado en Paraguay 167, además de vender productos libres de gluten, los elaboran. Conocidos por sus famosas viandas sin gluten, que varían y ofrecen un plato diferente todos los días, como pastas, empanadas, tartas y milanesas. Además venden productos frizados.

Punto Natural (antes conocido como Punto Crunch). Venden todo tipo de productos, pero sin dudas son reconocidos por su marca Cruncheras, que ofrece pizzas (más de 20 tipos), lomos, canastitas y chipaburguers (una hamburguesa con pan de chipa que es increíble). También comercializan productos de panadería con la marca Dulces Delicias, como tortas, budines y brownies. Están abiertos todos los días. 

Sweets gluten free se encuentra en Holdich 183, abren de martes a sábados y es una de las pocas pastelerías gluten free de la ciudad. Su dueña es celiaca y los cuidados en la cocina son muy minuciosos. Las tortas son increíbles y las hay de todo tipo, además tienen facturas, un muy buen pan baguette y quienes conocen dicen que los alfacookies son de esos productos que no podés dejar pasar.  

La panaderia Sin Tacc se maneja con delivery y destacan con sus palmeritas y sus sandwiches de miga. Hacen tortas para cumpleaños y unas muy buenas facturas. También producen alfajores y tabletas de chocolate, chocolate semi amargo y chocolate blanco, con maní, almendras o nueces. 

LS Sin Tacc es una panificadora de productos gluten free que se encuentra en 11 de abril al 286. Hacen productos tanto dulces como salados, destacan los alfajores (con cobertura de chocolate blanco, negro, o de maicena) y las facturas por la parte dulce. Incluso fabrican pan lactal de trigo sarraceno (que no contiene gluten), un producto difícil de encontrar.  

Sabores sin Tacc tal vez la única franquicia libre de gluten se encuentra en Estomba 279. Cuenta con 4 locales en CABA y otros 5 distribuidos en dos provincias diferentes. Venden todo tipo de productos aptos para celíacos de muchísimas marcas, y van desde productos frizados, pasando por yerba, hasta condimentos. 

Si conocés algún otro lugar, ¡compartilo en los comentarios! Tenés diversas opciones para elegir, y la mayoría de estos locales cuentan con delivery o están habilitados en PedidosYa. Así que, si no te querés mover de casa, no tenés excusa para no probar alguno de sus productos.

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Por Diego García.
Publicación: noviembre 6, 2025.

Tiempo de lectura: 5 minutos

Un local nombrado en honor a su producto estrella. Un producto con más de 190 años de historia. Mística por el secreto de su receta. 30.000 unidades diarias. Un único punto de venta. Una empresa familiar, con más de 200 empleados dedicados a ofrecer, día a día, la delicia lisboeta por excelencia. Les damos la bienvenida a Pastéis de Belém.

El pastel de Belén es un dulce portugués que consiste en una canastita de hojaldre finísimo, relleno de una crema pastelera y, según indica la tradición, espolvoreado con canela justo antes de comerlo. El original es este y es una marca registrada de este sitio que comenzó a venderlo allá por 1837. Cuenta la historia que la receta nace en el monasterio de la orden de los jerónimos, Santa María de Belén, vecino de la pastelería. En el contexto de la revolución portuguesa de 1820 que puso fin a la monarquía absoluta de este país, el monasterio cerró. El panadero de los monjes, ahora sin trabajo, vendió entonces su receta de los pasteles a Domingo Rafael Alves, comerciante del barrio vinculado con la caña de azúcar. Desde entonces, sobre la receta impera un celoso secreto. “Solo cuatro personas la conocen”, nos asegura Fedra, nuestra anfitriona y supervisora del lugar. 

El proceso de traspaso de la receta, nos dice, se da muy progresivamente a cocineros expertos de la pastelería, a medida que quienes tienen la fórmula van dejando de trabajar. Con esa receta, Pasteis de Belém cocina día a día entre 25 y 30 mil unidades. El récord, nos cuenta Fedra, fue un día que alcanzaron los 58.000 pastelitos. La producción es artesanal, y de eso se ocupa un grupo de unas 25 mujeres que, uno a uno, van fonzando la masa en los miles de pequeños moldes que tiene el sector de producción.  

La máquina que vierte el relleno, nos cuenta Fedra, fue especialmente desarrollada para Pastéis de Belém. Es parte fundamental de un proceso que está preparado para hornear de a 900 pastelitos por vez, en 15 bandejas de 60 piezas cada una. La recorrida por la línea de producción es interesante porque uno siente que está viendo el detrás de escena de un lugar mítico de Portugal. Suma, a esta visita, la amabilidad y predisposición de cada uno de los empleados del lugar. “La mayoría de los que estamos acá trabajamos hace 20 o 30 años”, dice Fedra. Algo bien, sin dudas, hace un lugar que sostiene a su equipo por tiempos largos. 

La visita continúa por los salones donde los clientes pueden sentarse a disfrutar de los pastelitos y de las otras opciones del menú. Estos espacios han ido creciendo en los últimos años y hoy por hoy Pastéis de Belém también agregó lugares de despacho para clientes al paso, además de lo que ellos mencionan como el “mostrador histórico”, el primero que entregó los pastelitos. 

“Lo que buscamos es que los clientes tengan una buena experiencia”, dice Fedra y este notero lo corrobora. Una humilde web gastronómica del fin del mundo escribió, hace unas semanas, para ver la posibilidad de ir a visitar una de las cocinas más icónicas del mundo. Con una amabilidad digna de los grandes, recibimos respuesta e invitación, que se tradujo en una cita perfectamente guiada, en donde Fedra nos orientó paso a paso, mientras en su rol de supervisora atendía pedidos y detalles que su equipo requería al pasar. El cuidado del detalle, como secreto de la hospitalidad. 

Terminamos la visita degustando los pastelitos en el patio del lugar. La sencillez de los ingredientes, la mística del lugar, la atención y el clima portugués hicieron que, efectivamente, viviéramos un momento irrepetible, al cual querremos volver una y otra vez.

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