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Mundo Salad

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Mundo Salad lleva una década ofreciendo comida saludable a Bahía Blanca. “Empezamos con la intención de ofrecer algo distinto”, cuenta Abigail Isla, dueña y encargada del emprendimiento. 


Posicionémonos en la época: hace 10 años no era para nada habitual conseguir opciones ricas y variadas de comida saludable, pensadas especialmente para aquel que come muchas veces (en especial al mediodía) fuera de su casa. El mundo de las viandas para laburantes de oficinas, bancos, docentes de doble turno y un largo etcétera estaba dominado por ensaladas más o menos tristes todas apretujadas en bandejas innecesariamente chicas, o menús bastante monótonos y pesados de carnes acompañadas por hidratos en sus variables más ricas y menos saludables. No todo ha cambiado, pero existe Mundo Salad —y algunas más como Cla, por ejemplo— que, sin dudas, aporta una luz diferente en la escena de los almuerzos para llevar. 

“En este tiempo nosotros fuimos cambiando nuestra forma de alimentarnos, fuimos aprendiendo durante el proceso”, cuenta Abigail, quien recuerda que al principio apostaron fuerte por la comida vegetariana y a muchos consumidores les costaba, pero también ellos mismos todavía no habían transitado a conciencia tanto camino.

Hoy Mundo Salad ofrece opciones que están básicamente enmarcadas en tres familias: ensaladas, bowls, wraps y burritos. Acá hay una primera distinción: las ensaladas y los wraps tienen una base de hojas verdes, mientras que los burritos y bowls se basan en arroz o quinoa. A partir de allí, cada uno puede jugar y combinar los sabores que desee. La comanda con la que uno puede armar su propio plato tiene más de 40 ingredientes agrupados en categorías: base, “colores” (zanahoria, choclo, tomate, calabaza, etc.), “premium tops” (palta, cherrys, huevos, nueces, humus, etc.), proteínas y salsas. ¿Sabrá el lector cuántas combinaciones permiten 40 ingredientes si cada vez elegimos, digamos, 8 ingredientes? Nosotros, comunicadores gastronómicos, no. Pero acudimos al profesor de matemáticas Gonzalo Bitti para consultarle, quien nos dijo que estamos hablando de más de 847 millones de posibilidades, por lo que tardaríamos aproximadamente 2 millones de años en probarlas todas.  

El local es muy lindo y acogedor. Lo renovaron hace pocos meses pensando en dar más agilidad al servicio, en generar más espacio para quienes quieren quedarse a comer allí y en transmitir mejor la idea del emprendimiento, de ofrecer alimentos con propósito. “Buscamos que cada uno pueda combinar alimentos de todos los grupos para cuidar su alimentación”, dice Abigail.

Como la velocidad es una de las condiciones de estos tiempos, aún cuando queremos cuidar lo que comemos, Mundo Salad ofrece algunos de sus productos ya listos para tomar de la góndola y seguir. Entre ensaladas, wraps, bolws y burritos son aproximadamente una docena las opciones que están prediseñadas y disponibles. Además, se agregan tres sandwichs: de pollo, veggie y una opción innovadora y creada por el equipo, el funghi sandwich, protagonizado por una girgola apanada que sorprende e invita a regresar. 

Los postres también dicen presente en Mundo Salad y acá seremos poco objetivos: el yogur grieto con arándanos y granola es delicioso. Hay otras opciones e invitamos a que cada quien pruebe su preferida, pero desde aquí recomendamos ese. Ya sea para el postre o para guardar como merienda contundente un día de calor. 

Mundo Salad es un emprendimiento al que le gusta pensar su propuesta de manera integral. Es por eso que con la reforma del local también llegaron nuevos envases biodegradables y, además, fomentan el reciclado en convenio con la app QReciclas, ofreciendo descuentos en sus productos. La mirada holística de la propuesta lo hace aún más interesante. 

“Me encanta conversar con los chicos que vienen al local”, cuenta Abigaíl. Es que tiene muchos clientes que son estudiantes de las muchas escuelas de la zona, que eligen el local para almorzar. Nota, Abigaíl, el interés de esos jóvenes por una alimentación distinta, más consciente y que también cuide al ambiente. 

La propuesta de Mundo Salada es una excelente opción para el cotidiano de la comida de quien debe trabajar en el centro. Ofrecen almuerzos de 11 a 16 y cenas de 18 a 22, de lunes a viernes. Los sábados también están abiertos al mediodía. Además, están presentes en las plataformas de pedidos, para que nadie se quede sin la posibilidad de probar. 

“Comunidades más saludables con alimentos reales”, es la bajada que publican en su perfil de Instagram. Sin dudas, tener un norte de esa nobleza resulta inspirador para pensar nuestra alimentación cotidiana, y en Mundo Salad tenemos un aliado para cumplirlo.

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Del productor al plato

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Este sábado se realizó la primera feria “Del Productor al Plato” y reafirmamos una de nuestras creencias más profundas: que vivan, por siempre, los mercados de productores. El evento se dio el sábado 15 de abril en el marco de los festejos por el 195° aniversario de Bahía. Tuvo lugar en la peatonal de calle Portugal, que está aún en la búsqueda de su identidad propia. Quizás, con este tipo de ferias, la pueda encontrar.

Elpancito recorrió la feria minutos antes del mediodía, cuando el volumen de gente comenzaba a aumentar poco a poco. Una veintena de stands daban vida al mercado, compartiendo vereda también con una de nuestras confiterías favoritas —Blossom— que habita ese espacio permanentemente y se adapta perfectamente al espíritu de la feria (comida fresca, que cuida los ingredientes, que busca alternativas nuevas permanentemente). 

Entre los puestos encontramos conocidos, como los amigos de Oliva Olivos, los quesos y fiambres del local serrano “Regionales La Rueda”, las bodegas Saldungaray (de la localidad homónima) y Al Este (Médanos), Lácteos Cerri y Sabor Pampeano

También había opciones bahienses como la enorme variedad de chimichurris de A Gusto Tuyo o las bebidas de Tu Gin en Casa. Además, una gran variedad de productores de miel, mermeladas otras conservas. 

Pero lo más lindo de los mercados es encontrar perlitas que sorprendan, que sea difícil conseguir en otros lugares. Por eso, además de la gente de Sendero Azul, que desde su plantación de arándanos de Suárez trajo jugos y dulces artesanales, fue lindo cruzarnos con Chufas Keched, que desde Burato llegó a la feria justamente con sus chufas, ese pequeño tubérculo hiperpopular en Valencia y otras zonas de España, con el que se prepara la horchata. Ellos producen aquí para exportar la península ibérica, pero también quieren que su producto se conozca en casa, por lo que empiezan a mostrarse en este tipo de ferias. 

Entre tantas opciones, muchas miradas las acaparó un puesto que en esta ocasión no vendía, sino que solo ofrecía para degustar su producto principal. Quizás por lo exótico y también por lo rico, la gente se agolpaba para probar ostras, de la gente de Ostras de la Patagonia. Provenientes de Bahía San Blas, sus productores presentaban diversas opciones crudas y cocidas para comerlas, ante la atenta escucha de los visitantes. Si bien, como dijimos, no estaban en venta, sí ofrecerán menús especiales con esas ostras los jueves en Fox Wine Bar, por lo que habrá que estar atentos a las redes de ese espacio. 

“Del Productor al Plato” es realmente una buena idea. Es bueno que sea un espacio exclusivo para productos, diferenciado de los clásicos food trucks (que durante el finde tuvieron su lugar en el Disfrutá Bahía del Parque de Mayo) y obviamente de puestos de artesanías o productos no gastronómicos. Este tipo de ferias permite descubrir a pequeños productores locales, conocer sus historias, sus esfuerzos, apuestas y miradas sobre el futuro. Nuestra región tiene amplias posibilidades de desarrollo de alimentos tradicionales y poco habituales, por lo que toda exploración es bienvenida. 

Abogamos, desde este humilde espacio, porque sea una feria que se repita, que amplíe la oferta y se vuelva un hábito. El mundo da sobradas muestras de la relevancia de estos espacios para el desarrollo gastronómico local, por lo que esperamos que aquí también tenga ese auspicioso futuro. 

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Cubanitos de la Bahía

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“La Fiesta del Cubanito le dio un nuevo impulso a la cultura cubanitera en Bahía”, afirma Juan Rodríguez a poco de empezar la entrevista, en relación al evento que, el pasado 12 de marzo, lo consagró como Cubanitero del Año. 

Cuenta que primero el jurado le pidió cinco de los cubanitos tradicionales, que era una de las categorías en las que se había anotado. “Pero al rato vinieron a pedirme uno más, porque estaban con dudas… eso ya me llamó la atención”. “Luego presenté el de la categoría Innovación, que por el tamaño pensaron que era helado pero no, es puro dulce de leche”. Habla con orgullo de su cubanito innovador, que consiste en una oblea más grande de lo habitual bañada en chocolate, con almendras pegadas con dulce de leche y, nuevamente, todo bañado en chocolate. ¿El relleno? Puro dulce de leche. “Equivale a media docena de los tradicionales”, le dirá luego Juan a una clienta. Efectivamente, es contundente y se parece mucho más a un postre que a un cubanito para acompañar a un mate. 

Luego, lo que se sabe: desde el escenario anunciaron los ganadores y Juan ganó el segundo puesto del cubanito tradicional (superado por Cubanitos La Loba), el primer premio en Cubanito Innovación y finalmente el premio mayor, Cubanitero del año. “Yo ni pude ir al escenario porque tenía una fila de gente que iba desde acá hasta allá”, dice señalando fácil unos 30 metros de largo. “Con cada premio la gente de la fila gritaba y aplaudía, y cuando ganamos el de Cubanitero del Año tuvo que venir mi señora a avisarme porque yo no lo había escuchado, un amigo fue a recibir el premio”, dice. La fila enloqueció en aplausos y ovaciones, y ahí es cuando Juan no pudo contenerse y se emocionó hasta las lágrimas por el logro. 

El carro de Cubanitos de la Bahía está ubicado en Avenida Dasso y Ecuador, en el camino que une Villa Rosas con Ingeniero White. Justo ahí, en esa curva, Juan se instaló hace dos años cuando comenzó con el emprendimiento en Bahía. Su presencia en el barrio no es nueva: Juan es oriundo de esta zona, en donde trabajó durante muchos años como carnicero. Luego de unos años en el sur, volvió al pago y comenzó a construir el sueño de Cubanitos de la Bahía. “Acá todos me conocen, pero desde que gané en la fiesta, se acercó mucha gente nueva a probar los cubanitos”, dice. Abre todos los días a partir de las 16.00.

Habla Juan de lo importante que es el cubanito para la cultura gastronómica local. “Lo que pasa acá es único… he estado en ciudades en donde hay un carro o dos, pero acá algunos dicen que llegan a 140 carros vendiendo cubanitos, a razón de unos mil cubanitos por semana por carro”. Haciendo cálculos grandes, estima entonces que la mitad de los bahienses comemos cubanitos una vez por semana. “Es impresionante —suma otra clienta—, lo que pasa acá no se ve en ningún lado”. 

Cuando conversamos con Juan sobre el futuro y los sueños, rápidamente menciona sabores nuevos de cubanitos que está diseñando para ofrecer al público. Saladas y dulces, las opciones proliferan en su mente creativa casi sin parar. “Pero mi sueño es el local”, concluye: “imagino un local en donde entrás y elegís: de dulce de leche, de crema pastelera, bañado, con mousse, salados… espero poder concretarlo pronto”. El premio otorgado por el Municipio seguramente impulse en este sentido.

El éxito de la Fiesta del Cubanito confirmó que Bahía merecía este evento. El cubanito, esa golosina (o postre o merienda) simple pero anclada en el corazón local, convocó a decenas de miles de vecinos en una tarde cuyo clima se obstinó en hacerla tambalear. No pudo: los bahienses salieron igual —pese a la humedad, el calor y la lluvia— a degustar uno de los grandes orgullos gastronómicos locales. Al salir, no solo volvieron a poner en primer plano al cubanito, sino que seguramente le han dado un gran impulso para que tanto Juan como otros de los muchos cubaniteros coterráneos se animen a seguir pensando vueltas creativas e innovadoras para este plato. 

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Bizzo: la mejor pizza napolitana del país está en Bahía

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En Bahía Blanca se hace la mejor pizza de estilo napolitana de la Argentina y una de las mejores a nivel mundial. No es esto una exageración ni una reivindicación del #orgulloBahiense que los amigos de 8000 han sabido instalar, sino que es la descripción de la realidad: en 2021 Fernando Monachesi fue coronado campeón nacional de la Scuola Pizzaioli, la mayor competencia global de pizza napolitana. ¡Y no solo eso! Hace apenas unos días su hermano menor, Franco Monachesi, se coronó campeón 2022 en el mismo concurso y también irá a Italia a competir por la gloria mundial de este plato. El mayor de los Monachesi es el dueño de Bizzo y con él estuvimos conversando. 

La pizza napolitana no tiene piso, cuando uno levanta una porción tiende a doblarse, cuenta Fer, y agrega que lo habitual es comerlo en “portafolio”, que es doblando la pizza a la mitad primero y luego nuevamente a la mitad, para que queden las cuatro porciones apiladas. (¡Ah! Porque la pizza napolitana es individual y se la considera de cuatro porciones). Esta forma de comerla, dice Fer, es muy habitual para pizza al paso, para comida callejera. La otra alternativa para comerla es cortarla efectivamente en cuatro y doblar cada porción a la mitad. 

Este estilo de pizza empezó a ser tendencia en Argentina hace algunos pocos años, por lo que ahora estamos consiguiendo materia prima de buena calidad, ya sea porque se importa o porque los productores locales se están esmerando por estar a la altura. El ingrediente que no negocio es el tomate, afirma contundente el pizzaiolo. Tal es así que elige importarlo directamente de Italia, para asegurar la calidad del producto final. Es un tomate dulce, con poca agua, que cuando lo “escrachás” para romperlo con la mano queda casi como una mermelada, cuenta. 

El resto de los ingredientes, claro, también son importantes: utilizo un blend de harinas que preparamos acá, con una harina que me aporta la proteína que necesito y otra que me aporta la elasticidad, dice Fer. La mozzarella es flor di latte y esos tres ingredientes, junto a un buen aceite de oliva y una buena albahaca fresca dará la pizza napolitana icónica del mundo, la Margarita. Si nunca probaron este tipo de pizza recomiendo esa variedad, porque en un producto con muy poquitos ingredientes podés vivir la experiencia completa de la pizza napolitana, promete Fer.

Orgulloso de lo logrado en apenas poco más de tres años en Bizzo, se animó a armar su salón en una zona totalmente alejada de los circuitos gastronómicos de la ciudad. En Parera y Rogattis, a una cuadra de la Autovía Juan Pablo II, la pandemia hizo que estacionara el food truck aquí y hoy construyó un local que crece y se prepara para recibir a más de 60 comensales cada noche. Si bien ofrecemos delivery y take away, la mejor forma de disfrutar de esta pizza es recién salida del horno, por eso queremos prepararles un lugar que esté a la altura.

Con 36 años, Fer lleva más de media vida de chef profesional. Llegó a la pizza por tradición, porque la sangre tira, porque somos tanos. Y domina como pocos la técnica. Trabajamos la pizza napolitana contemporánea, que lleva un 80% de hidratación (esto es, por cada 100 gr de harina, usa 80 gr de agua), lo cual la vuelve una pizza más liviana y aireada. La napolitana tradicional tiene un porcentaje de hidratación menor, de alrededor del 60%. Además, el proceso de una pizza llega 48 horas, cuenta: son 24 horas de pre fermento, en donde la harina se hidrata y la proteína empieza a trabajar, el amasado y luego el levado, 24 horas más. En contraposición, en el horno están tan solo 90 segundos: una cocción rapidísima, que hace explotar los sabores y aromas para un resultado fabuloso. 

Todo esto hace de los productos de Bizzo delicias imposibles de resistir. El equipo está comprometido al máximo y Fer está preparándose para crecer y seguir dando pasos en este mundo. Ha incorporado opciones dulces, como la pizza de Nutella y pistachos, y de a poco irá sumando opciones de entrada y otros postres de la cocina italiana que, quizás, nunca hayamos visto por estas tierras.

La propuesta de Bizzo elevó la vara en la ciudad. Es referente, sin dudas, y transita un gran presente, para el disfrute de todos los comensales que se acercan a su propuesta. 

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