Por Diego García.
Publicación: junio 30, 2021.

Tiempo de lectura: 6 minutos

 

Bancamos fuerte los “lugarcitos”. Esos espacios chiquitos, con los que te topás casi sin querer o que implican cierta atención e intención para encontrarlos. Quizás por eso, mientras charlamos con Agustina (Manzi, para los amigos), a su local que bautizó como su apodo entran varias personas vestidas con ropa deportiva: como quien terminó su rutina en el Paseo de las Escultura, agarró Sarmiento para volver silbando bajito a su casa y, de repente, al 510, se encuentra con una pequeña pastelería imposible de ignorar. 

El local tiene toques parisinos, con un rosa omnipresente como protagonista, un mural en el techo obra de @julicappa.arte y un ¿felpudo? o quizás tapete de mosaicos que da la bienvenida. Nos parecía importante que fuera lindo venir al local, dice Agustina. Y pese a la onda europea, al mirar el exhibidor queda clarísimo que estamos en Argentina: la chocotorta, los mini rogel, y los alfajores artesanales no dejan lugar a dudas. Pero ya volveremos sobre los productos.

Manzi encarna una de esas historias de bahienses que fueron a formarse a Buenos Aires y luego regresaron con un emprendimiento propio. Siempre son ricas estas historias. No porque afuera esté lo bueno, sino porque viajar y conocer miradas distintas a las del terruño propio siempre alimenta la experiencia, amplía el foco y nos hace pensar otras formas de hacer las cosas. Luego de su formación gastronómica universitaria, dedicó varios años a ganar experiencia en distintos locales de CABA y otras ciudades de Latinoamérica. Llegó a estar a cargo de la pastelería de Pani, una de las cadenas de más auge de los últimos años en la escena porteña. 

En Bahía comenzó con un perfil de instagram que le permitió empezar a vender, hasta que en plena pandemia 2020 decidió avanzar con la instalación de un local para crecer y tener un punto de referencia fijo. Los tiempos confinados se dilataron y las puertas de Manzi se abrieron, finalmente, en marzo de 2021.

Hay una frase que nos han dicho varios entrevistados de elpancito, y que Manzi repite, como si fuera un mantra gastronómico: es lindo ver que la mayoría de la gente que viene, vuelve. Ese gesto, de volver, es la corroboración de que el producto, la propuesta y la experiencia gustaron. El mayor elogio que se puede pretender.

La idea es que si llevás un regalito de Manzi, te lleves una experiencia, cuenta Agustina. Por eso la propuesta también incluye tazas, mates y otros detalles. Pero, claro, la pastelería es la estrella. Volviendo a los productos, entonces, Manzi asegura que si una persona está de paso por Bahía por única vez en su vida y tiene que elegir un solo producto para llevarse de su local, la ManziPie es la opción segura. Se trata de una tarta de manzana y frutos secos que no solo es la favorita de la chef, sino que también es la más elegida por el público. Viene en tamaño individual (que igual es para compartir) o en tamaño de ocho porciones. 

Luego siguen los productos argentinos que ya mencionamos y especialidades como el remolino de chocolate blanco y frutos rojos, las white cookies, el brownie, el budín de dulce de leche, la carrot cake, la torta oreo y la key lime pie con base de masa de chocolate, entre varias opciones más. Todo es rico, todo merece el tiempo para probarlo en una buena merienda. Además, en Manzi se pueden encargar tortas enteras para eventos, y seguro que los invitados quedarán felices. 

En Manzi priorizan la calidad y Agustina es especialmente cuidadosa con la selección del chocolate, el dulce de leche y la manteca con la que elaborará sus productos. Estas tres materias primas, asegura, serán clave en el resultado final de la torta, por lo que no escatima esfuerzos en conseguir el que más le convenza. 

Además de la calidad, destaca en Manzi la calidez en la atención. Lo más seguro es que si vas te atienda Estela, que es tía de Agustina y trata como sobrinos a todos los clientes que ingresan a buscar algún producto. Al local se puede ir de martes a sábado de 10 a 19 y se puede abonar en efectivo, con tarjeta o con MercadoPago. 

Los “lugarcitos” como Manzi alegran el paladar y mejoran el día. Son resultados de sueños proyectados durante mucho tiempo, que ven la luz para ofrecer sus productos y, desde ahí, conectar. La propuesta de Manzi garantiza calidad y calidez. Acompaña perfecto la bebida caliente de la tarde, esa que necesita este tiempo de invierno pandémico, en el que los corazones requieren dosis dulces para renovar la garra y seguir. 

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“Nacemos de la mano de El Mundo de la Parrilla, que ha sido el negocio familiar de toda nuestra vida”, cuenta Agustín Amorosi quien, junto con Antonela Siracusa son los que crearon La Casa de Atrás. “A partir de estar hace tantos años en este ambiente, conocemos a muchos cocineros y también tenemos mucho contacto con bodegas que se suman a la propuesta”, agrega. Sus orígenes profesionales nada tienen que ver con la cocina: él ingeniero industrial y ella economista, fueron acercándose al mundo gastronómico por frecuentar los pasillos de la tradicional parrilla local, y por el propio gusto por comer y beber bien.

El plan original para este espacio era hacer oficinas para alquilar. Ese proyecto no parecía tener buen destino como negocio, por lo que La Casa fue convirtiéndose en una especie de anexo de El Mundo… “lo fuimos armando despacito, decorándolo, poniéndolo lindo”, recuerda Anto. “La primera idea fue ofrecer algo de pasta, que venga un chef un par de veces por mes y que armemos algo en torno a eso”, cuenta. La idea siguió evolucionando hasta llegar al concepto que tiene hoy: “buscamos generar un espacio en donde puedas venir 100% a disfrutar”, destaca Anto. “Las cenas por paso, para el comensal, tienen la ventaja de que no tenés que decidir nada. La propuesta ya está hecha y solamente tenés que venir a disfrutarlo”, suma. 

“Nos dimos cuenta de que en Bahía y la zona hay un montón de chef que son cracks, que hacen cosas muy buenas”, dice Agustín, “y eso nos impulsó”. Por el lado de los chef que ya han cocinado en La Casa, Agustín destaca que “les gusta porque pueden probar cosas distintas”. Algunos porque no tienen un restaurante, como Julián Álvarez (Pan de Garage), que realizó un evento exclusivamente sin TACC; otros porque desde este espacio pueden llegar a nuevos públicos, como Elcira Colombo (El Rancho), que tiene su restaurante en Argerich, o simplemente porque aún teniendo restaurante en Bahía, en este tipo de eventos se pueden probar cosas nuevas, para una cantidad de cubiertos acotada, que quizás son difíciles de incorporar en una carta cotidiana: “Julio (Allo, de la Taberna Baska) hizo una vez acá en el patio un show con ostras que fue espectacular”, dice Anto.. 

“Por el lado de los vinos, la propuesta que hay en El Mundo de la Parrilla no la tiene nadie más en Bahía”, asegura Agustín. Anto suma: “entonces, aprovechando ese vínculo de la parrilla con las bodegas, también pudimos sumar, a la propuesta de la casa, que cada cena esté acompañada por una buena propuesta de vinos”. 

Como sello de un emprendimiento familiar, la prueba piloto de La Casa de Atrás estuvo a cargo de Julio César Amorosi, el papá de Agustín y dueño de El Mundo de la Parrilla, y de Silvio Siracusa, el padre de Anto que se encargó de cocinar. “Fue muy familiar, muy chiquito, para ver cómo rebotaba”, recuerda Agustín. A partir de ahí, la historia es la que se puede recrear en las redes sociales de La Casa de Atrás: cada pocas semanas se anuncia un evento que, en apenas horas, se llena de comensales deseosos de vivir una nueva experiencia inolvidable. “Estamos mucho en los detalles, nos gusta que la gente se sienta bien recibida, cuidada”, mencionan, enfatizando el concepto de casa.

“Cada evento lo vamos armando junto con los chef, partiendo de la propuesta creativa de platos que nos hacen”, dice Agustín. En la misma línea, comenta que en ese trabajo en conjunto se aseguran que la carta vaya con la propuesta de La Casa de Atrás, con el paladar bahiense y también, obviamente, que esté dentro de los costos razonables. “Estamos teniendo una respuesta espectacular de la gente, el desafío es sostenerlo durante muchos años, como es la experiencia de El Mundo…”, dice. 

Ya hemos mencionado a algunos de los chef que protagonizaron las cenas en La Casa de Atrás. A esa lista podemos sumar nombres tales como Laura Labeyrie, Nuria Daher (Nunnie), Raulo Romagnolo y Osvaldo Carbajo (Biguá) y Seba Sureda (Liberté), entre otros. 

Además, recientemente hubo una suerte de edición doble de lujo, a cargo de Nitu Digilio, uno de los chef bahienses más influyentes de la actualidad. Nitu se formó en El Bulli (el imprescindible restaurante de Ferran Adriá que fue una bisagra gastronómica en el comienzo de este siglo), fue jefe de cocina de Café San Juan y ahora está a cargo de Peperina, en Traslasierra, Córdoba. El chef tres estrellas Michelin deslumbró a los comensales con dos noches que quedarán en el recuerdo de La Casa de Atrás.

La charla con Anto y Agus es amable y fluida, porque en el diálogo reflejan con sencillez el amor que tienen por este emprendimiento. Se nota que han creado un ambiente que quieren mucho, que los inspira y los mueve. De eso va, en definitiva, el mundo de la gastronomía. “Lo que más disfrutamos de La Casa de Atrás es generar un espacio de disfrute y placer en el que podamos plasmar nuestra pasión por la gastronomía y, especialmente, resaltar la calidad de los chef que tenemos en Bahía”, concluye Agustín.

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