Por Diego García.
Publicación: septiembre 4, 2024.

Tiempo de lectura: 7 minutos.

Si había un lugar en el planeta Tierra en donde podría haber surgido un verbo vinculado con lo más íntimo de la cultura parrillera, sin lugar a dudas ese lugar es Argentina. Chinchuleando. Las revistas de crucigramas no lo han incorporado aún, pero si lo hicieran propondrían en su definición algo así como “acción y efecto de chinchulear”, lo cual nos lleva al verbo original que da nombre al gerundio. “Chinchulear”, obvio, tampoco está en las enciclopedias, aunque podría abrirse la discusión sobre si debería. La hoy omnipresente inteligencia artificial viene a ayudarnos en este embrollo y nos dice que Chinchuleando, como neologismo evidentemente argentino, podría interpretarse como el acto de cocinar, comer y/o disfrutar unos buenos chinchulines, o una parrillada en general. Ahí va. Simple y claro. 

Charlamos con Martín Arroyuelo sobre Chinchuleando y la conclusión a la que arribamos es que la interpretación que hace la IA resume perfectamente el espíritu de esta iniciativa. “Quiero que la gente disfrute del producto, que es muy simple y muy complejo a la vez”, dice. Por eso en su puesto no hay salsas locas ni estéticas del exceso. Al contrario: carne y pan; salsa criolla y chimi para acompañar, y listo. A disfrutar de la calidad de las materias primas y de la paciencia de la cocción. 

“En las ferias somos los primeros en llegar; al menos cuatro horas antes de que abramos”. La paciencia de la parrilla se hace presente evento tras evento, para llegar a una carne tierna y sabrosa, hecha al rescoldo de un fuego suave y persistente. “Los secretos en la parrilla son pocos pero importantes —cuenta y suma—: buena temperatura sin arrebatar, no quedarte sin brasas y dedicarle tiempo”. “Cuando tenía 14 años el papá de un amigo me enseñó a empezar las cocciones de piezas grandes armando una corona de brasas debajo, para asegurarle que el calor entra por los costados y va llegando al centro” (la imagen de la corona es clara: debemos armar un círculo de brasas que coincida con el perímetro de la pieza que se quiera asar). Retomará, luego, esa misma recomendación como un tip para aquel novel parrillero que esté leyendo esta nota. “Y si no se anima, que empiece con asado banderita, que no falla”, dice.

Chinchuleando nace cerca de la pandemia, como una iniciativa en la que Martín reúne casi indisolublemente la comunicación con la cocina. Habla de su marca como un puesto y como un medio de comunicación, sin distinciones. En el puesto se prueba, en sus redes se anhela y se aprende. “Es desafiante comunicar asado, en un país en donde todos nos consideramos asadores”, dice, a la vez que cuenta que le gusta dialogar con la gente a partir de los comentarios que le van dejando y los debates que se generan en torno a técnicas, puntos de cocción y todo lo que los argentinos consideremos discutible en el mundo parrillero.

La primera experiencia pública fue en Monte Hermoso, en el primer Monte Sabores que reunió a gastronómicos locales, regionales y nacionales en la playa con el atardecer más lindo. Luego se sumó a las ferias de El Galpón y a partir de ahí no paró más. Hoy sigue participando de las ferias cada vez que tiene oportunidad, además de realizar eventos privados. La vida del emprendedor gastronómico —ya lo sabemos en esta redacción— exige tiempo y esfuerzo, combinado con trabajos estables que hacen que la aventura de la cocina sea posible. Esa historia, una vez más, la descubrimos en el relato de Martín. 

El nombre de la iniciativa se debe pura y llanamente a un gusto personal “me gusta mucho el chinchulín, comerlo y hacerlo”, dice Martín, aunque reconoce que no es tan fácil ofrecerlo masivamente en eventos por el lugar que ocupa en las parrillas. Para este corte, más argentino que… bueno, que el chinchulín, Martín sugiere cortarlo desde crudo en orejitas así se cocinan mejor y darle un buen golpe de calor hacia el final para que gane la crocancia buscada. Además, en ese momento, será clave que cada pieza reciba un buen baño de limón. 

Para quien se acerque a Chinculeando por primera vez, Martín es claro con su recomendación: “lo que más sale es el vacío”. Imperdible, damos fe. Con carne de primerísima calidad y pan minuciosamente elegido, el vaciopan es de prueba obligatoria. “Alguno me ha dicho que fue el mejor vacío que probó en su vida”, reconoce.

No escatimó en tips, Martín. Los sintetizamos acá, para provecho del lector: “si los chori hacen ruido, es que los estás haciendo muy rápido y pueden explotar; no dejes los chinchu macerando en limón porque quedan babosos; si la parrilla es baja y no la podés regular, hacé la corona; al chinchu le podés dar las vueltas que quieras hasta que esté en el punto que te gusta; al asado banderita lo ponés en la parrilla, una vez que salen los jugos para arriba, lo das vuelta y lo dejás un rato más”… y así podría seguir durante un largo rato. Pasión con experiencia, es lo que Martín demuestra a la hora de desplegar su oficio de asador. 

“Yo cocino para todos, pero sobre todo pienso en el que capaz no puede disfrutar de hacerse su propio asado en su casa, porque no sabe o porque no tiene el lugar”, dice Martín. Ese motivo, sin dudas, mueve e inspira los esfuerzos cotidianos. Es que, en definitiva, “laburás para que la gente disfrute de algo que a todos nos gusta disfrutar: la comida”.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Tal vez te interese

Por Diego García.
Publicación: abril 19, 2025.

Tiempo de lectura: 4 minutos

En un rincón de veloz crecimiento en Sierra de la Ventana, se encuentra Black Wolf, una destilería que ha logrado hacerse un nombre propio en la producción de bebidas alcohólicas, desde gin hasta whiskey, pasando por ron y cerveza. Propiedad de Marcelo Cachorro, este lugar ha inaugurado sus nuevas instalaciones hace poco menos de dos años y desde entonces ha atraído la atención tanto de locales como de turistas y referentes nacionales en el amplísimo mundo de los destilados.  

El salón de ventas de Black Wolf refleja la esencia del auténtico irish pub. Ambientado con gran cuidado y de forma artesanal por el mismo Marcelo, invita a los visitantes a disfrutar de la oferta de bebidas mientras se sumergen en un ambiente cálido y acogedor. Los lobos, las guitarras y el ambiente motoquero hacen que, apenas entremos, nos sumerjamos en una experiencia única. 

Además, aquí es posible charlar directamente con el dueño, quien no duda en compartir su pasión y conocimientos sobre el arte de la destilación. Reconoce, Marcelo, que Black Wolf fue un proyecto que lo rescató en un momento en el que su vida profesional exigía un cambio de 180°, en beneficio de su salud. A la hora de sugerir alguno de sus productos, nos sugiere el whiskey, su gran pasión y el resultado más preciado de su destilería. 

Black Wolf no es solo un lugar para comprar bebidas; también se convierte en un punto de encuentro para quienes quieren aprender más sobre el mundo de la destilación. La destilería organiza catas en alianza con algunos hoteles de la zona, ofreciendo una experiencia educativa y sensorial que no se puede perder. 

La recomendación de visitar Black Wolf llegó a través de amigos en Jardines del Pillahuinco, y es una visita obligada para cualquier persona que pase por la región. La atención al detalle en cada etapa de producción convierte a esta destilería en algo más que un simple negocio; es un laboratorio lleno de mística.

La filosofía detrás de Black Wolf es clara: hacer de cada producto una verdadera obra de arte. La cuidadosa selección de ingredientes y el proceso de destilación meticuloso aseguran que cada trago cuente una historia. Desde su concepción hasta la botella, cada aspecto respira pasión y dedicación. Black Wolf se establece, así, como un ícono de la calidad en el mundo de las bebidas alcohólicas en Argentina.

Visitar Black Wolf significa no solo encontrarse con excelentes productos, sino también sumergirse en una atmósfera que cuenta la historia de su creación y la pasión de su fundador. Sin duda, es un viaje que todo amante de las bebidas debe experimentar.

Cocinamos para Bahía: más de 40 cocineros y cuatro cuadras de fila

El domingo 6 de abril se llevó a cabo el evento a beneficio de los afectados en Bahía Blanca. El éxito se hizo notar en las cuadras de fila. Los organizadores pidieron que la gente del predio rote, para agotar […]

El Torito: la bondiola que te da felicidad

Parrilla El Torito se ha convertido en un referente gastronómico de Sierra de la Ventana, famosa por sus deliciosos sandwiches de bondiola a la parrilla. […]

Artesanales Carmela

Las mermeladas tienen una magia especial, pero requieren tiempo. Y una vez alguien dijo que cocinar es amar, porque cuando cocinamos brindamos lo más preciado que tenemos: nuestro tiempo. Será por eso, entonces, que las mermeladas son una buena simbolización […]
No hay más entradas para mostrar