Por Diego García.
Publicación: mayo 31, 2021.

Tiempo de lectura: 4 minutos

 

El vermut es la previa del asado que Tito hacía en la carpintería. Ni idea qué tomaba, porque los nietos solo podíamos mirar, tomar algún jugo y comer, eso sí, los cuadraditos de queso y de Fadea que la abuela Hilda había preparado unos minutos antes. En el patio todo se compartía sobre una mesa de cemento y azulejos de colores, de esas típicas de los patios ochento-noventosos de los abuelos. Los recuerdos son revitalizantes. 

Por eso, quizás, visitar la vermutería Bestiario, en Fitz Roy 185, tiene un sabor especial. Desde elpancito.ar, desordenadamente, fuimos tres veces. Este relato será la síntesis de esas tres visitas, en circunstancias y momentos diferentes. 

Una vez fuimos con amigos. Una reunión de cierre de 2020 se postergó porque pandemia y terminó siendo un vermut, a la tardecita del final del verano, en la vereda de Bestiario. En esa ocasión uno de sus dueños, Mauro, nos explicó con lujo de detalles de qué se trataba la propuesta y nos sugirió qué vermut probar. Un vermut, valga la aclaración, es un vino macerado en hierbas. Y es un mundo enorme. De la boca de Mauro fuimos aprendiendo sobre zonas de producción en Argentina, características de las distintas variedades y, por supuesto, las opciones que Bestiario tiene para ofrecer. 

Los orígenes de esta bebida se remontan a la antigua Grecia y se le atribuye a Hipócrates (el del juramento de los médicos) su creación. Aparentemente el buen hombre puso a macerar vino con ajenjo y díctamo (dos hierbas) y así surgió este invento. En la Edad Media, incluso, se hablaba de vino hipocrático para referirse a lo que hoy, con miles de variables, conocemos como vermut. 

Volviendo a la vereda de la historia, optamos por un vermut en botella, ya que éramos cinco y podríamos con ella. Pero Bestiario también ofrece opciones de vermut tirado, para quien así lo prefiera. La compañía, como corresponde, fue una buena picada, de esas que uno prepararía en su casa. Quesos, jamón, mortadela, aceitunas y maní, además de berenjenas y pepinos en vinagre. Las papas fritas, debemos decir, no fueron las mejores de la ciudad, pero aún así la experiencia fue excelente. Solo porque la vida es curiosa, esa misma noche fue el momento en el que @soyluancer realizó la reseña del lugar, por lo que este cronista fue extra casual del video del youtuber local.

Bestiario se instaló en una casa reciclada, con un estilo vintage muy atractivo e ilustraciones de animales (bestias) de fábula, haciendo honor al nombre del lugar. Está alejado de los circuitos gastronómicos habituales de Bahía: quizás por eso también resulta atractivo. Cada habitación, el patio y la vereda están preparados para recibir a los comensales, generando distintos ambientes, para todos los gustos

La segunda visita fue del otro cronista de elpancito.ar, esta vez en pareja, una cena para celebrar los tres años de relación. Fue una noche movida para Bestiario, por lo que la elección de la mesa perfecta para la ocasión se veía difícil. Encontramos una cerca de la barra, perfecta para que los platos lleguen rápido. Lo primero que pedimos sin dudarlo, fue la famosa “picadita” y un vermut Único tirado, fresco y herbáceo como declara su etiqueta. Como llegaron se fueron y la noche ya pintaba muy bien. La cena estuvo potente, por un lado un pechito de cerdo con salsa champagne, y por otro lado unas pechuguitas envueltas en panceta rellenas de queso y verdeo, ambos platos acompañados con guarnición de papas y ensalada. La abundancia de los platos no dejó espacio para el postre, pero sí para llevarnos un gran recuerdo de esa noche. 

Finalmente, la tercera ocasión fue un almuerzo. En familia, visitamos Bestiario al mediodía, una vez que las restricciones de la pandemia hicieron que muchos locales de comida optaran por habilitar este horario para la atención. En esa ocasión, la comida elegida fue un pastel de papas bien típico de bodegón y un sándwich de vacío. La abundancia fue la norma y el buen sabor, también. La atención destacó nuevamente, al igual que los dips de berenjena y zanahoria que, junto a la panera, ofrecen en el lugar. 

Bestiario propone una opción distinta en Bahía y eso siempre se agradece. Se juega por un concepto, por una estética y un estilo que bien valen la prueba. El lugar está muy bien planteado, la atención es excelente y la comida está a la altura. La estrella, por supuesto, es el vermut. Es cuestión de explorar, reconectar quizás con recuerdos familiares y resignificar una bebida que tiene mucho —y muy bueno— para ofrecer.

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“Nacemos de la mano de El Mundo de la Parrilla, que ha sido el negocio familiar de toda nuestra vida”, cuenta Agustín Amorosi quien, junto con Antonela Siracusa son los que crearon La Casa de Atrás. “A partir de estar hace tantos años en este ambiente, conocemos a muchos cocineros y también tenemos mucho contacto con bodegas que se suman a la propuesta”, agrega. Sus orígenes profesionales nada tienen que ver con la cocina: él ingeniero industrial y ella economista, fueron acercándose al mundo gastronómico por frecuentar los pasillos de la tradicional parrilla local, y por el propio gusto por comer y beber bien.

El plan original para este espacio era hacer oficinas para alquilar. Ese proyecto no parecía tener buen destino como negocio, por lo que La Casa fue convirtiéndose en una especie de anexo de El Mundo… “lo fuimos armando despacito, decorándolo, poniéndolo lindo”, recuerda Anto. “La primera idea fue ofrecer algo de pasta, que venga un chef un par de veces por mes y que armemos algo en torno a eso”, cuenta. La idea siguió evolucionando hasta llegar al concepto que tiene hoy: “buscamos generar un espacio en donde puedas venir 100% a disfrutar”, destaca Anto. “Las cenas por paso, para el comensal, tienen la ventaja de que no tenés que decidir nada. La propuesta ya está hecha y solamente tenés que venir a disfrutarlo”, suma. 

“Nos dimos cuenta de que en Bahía y la zona hay un montón de chef que son cracks, que hacen cosas muy buenas”, dice Agustín, “y eso nos impulsó”. Por el lado de los chef que ya han cocinado en La Casa, Agustín destaca que “les gusta porque pueden probar cosas distintas”. Algunos porque no tienen un restaurante, como Julián Álvarez (Pan de Garage), que realizó un evento exclusivamente sin TACC; otros porque desde este espacio pueden llegar a nuevos públicos, como Elcira Colombo (El Rancho), que tiene su restaurante en Argerich, o simplemente porque aún teniendo restaurante en Bahía, en este tipo de eventos se pueden probar cosas nuevas, para una cantidad de cubiertos acotada, que quizás son difíciles de incorporar en una carta cotidiana: “Julio (Allo, de la Taberna Baska) hizo una vez acá en el patio un show con ostras que fue espectacular”, dice Anto.. 

“Por el lado de los vinos, la propuesta que hay en El Mundo de la Parrilla no la tiene nadie más en Bahía”, asegura Agustín. Anto suma: “entonces, aprovechando ese vínculo de la parrilla con las bodegas, también pudimos sumar, a la propuesta de la casa, que cada cena esté acompañada por una buena propuesta de vinos”. 

Como sello de un emprendimiento familiar, la prueba piloto de La Casa de Atrás estuvo a cargo de Julio César Amorosi, el papá de Agustín y dueño de El Mundo de la Parrilla, y de Silvio Siracusa, el padre de Anto que se encargó de cocinar. “Fue muy familiar, muy chiquito, para ver cómo rebotaba”, recuerda Agustín. A partir de ahí, la historia es la que se puede recrear en las redes sociales de La Casa de Atrás: cada pocas semanas se anuncia un evento que, en apenas horas, se llena de comensales deseosos de vivir una nueva experiencia inolvidable. “Estamos mucho en los detalles, nos gusta que la gente se sienta bien recibida, cuidada”, mencionan, enfatizando el concepto de casa.

“Cada evento lo vamos armando junto con los chef, partiendo de la propuesta creativa de platos que nos hacen”, dice Agustín. En la misma línea, comenta que en ese trabajo en conjunto se aseguran que la carta vaya con la propuesta de La Casa de Atrás, con el paladar bahiense y también, obviamente, que esté dentro de los costos razonables. “Estamos teniendo una respuesta espectacular de la gente, el desafío es sostenerlo durante muchos años, como es la experiencia de El Mundo…”, dice. 

Ya hemos mencionado a algunos de los chef que protagonizaron las cenas en La Casa de Atrás. A esa lista podemos sumar nombres tales como Laura Labeyrie, Nuria Daher (Nunnie), Raulo Romagnolo y Osvaldo Carbajo (Biguá) y Seba Sureda (Liberté), entre otros. 

Además, recientemente hubo una suerte de edición doble de lujo, a cargo de Nitu Digilio, uno de los chef bahienses más influyentes de la actualidad. Nitu se formó en El Bulli (el imprescindible restaurante de Ferran Adriá que fue una bisagra gastronómica en el comienzo de este siglo), fue jefe de cocina de Café San Juan y ahora está a cargo de Peperina, en Traslasierra, Córdoba. El chef tres estrellas Michelin deslumbró a los comensales con dos noches que quedarán en el recuerdo de La Casa de Atrás.

La charla con Anto y Agus es amable y fluida, porque en el diálogo reflejan con sencillez el amor que tienen por este emprendimiento. Se nota que han creado un ambiente que quieren mucho, que los inspira y los mueve. De eso va, en definitiva, el mundo de la gastronomía. “Lo que más disfrutamos de La Casa de Atrás es generar un espacio de disfrute y placer en el que podamos plasmar nuestra pasión por la gastronomía y, especialmente, resaltar la calidad de los chef que tenemos en Bahía”, concluye Agustín.

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