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El vermut es la previa del asado que Tito hacía en la carpintería. Ni idea qué tomaba, porque los nietos solo podíamos mirar, tomar algún jugo y comer, eso sí, los cuadraditos de queso y de Fadea que la abuela Hilda había preparado unos minutos antes. En el patio todo se compartía sobre una mesa de cemento y azulejos de colores, de esas típicas de los patios ochento-noventosos de los abuelos. Los recuerdos son revitalizantes.
Por eso, quizás, visitar la vermutería Bestiario, en Fitz Roy 185, tiene un sabor especial. Desde elpancito.ar, desordenadamente, fuimos tres veces. Este relato será la síntesis de esas tres visitas, en circunstancias y momentos diferentes.
Una vez fuimos con amigos. Una reunión de cierre de 2020 se postergó porque pandemia y terminó siendo un vermut, a la tardecita del final del verano, en la vereda de Bestiario. En esa ocasión uno de sus dueños, Mauro, nos explicó con lujo de detalles de qué se trataba la propuesta y nos sugirió qué vermut probar. Un vermut, valga la aclaración, es un vino macerado en hierbas. Y es un mundo enorme. De la boca de Mauro fuimos aprendiendo sobre zonas de producción en Argentina, características de las distintas variedades y, por supuesto, las opciones que Bestiario tiene para ofrecer.
Los orígenes de esta bebida se remontan a la antigua Grecia y se le atribuye a Hipócrates (el del juramento de los médicos) su creación. Aparentemente el buen hombre puso a macerar vino con ajenjo y díctamo (dos hierbas) y así surgió este invento. En la Edad Media, incluso, se hablaba de vino hipocrático para referirse a lo que hoy, con miles de variables, conocemos como vermut.
Volviendo a la vereda de la historia, optamos por un vermut en botella, ya que éramos cinco y podríamos con ella. Pero Bestiario también ofrece opciones de vermut tirado, para quien así lo prefiera. La compañía, como corresponde, fue una buena picada, de esas que uno prepararía en su casa. Quesos, jamón, mortadela, aceitunas y maní, además de berenjenas y pepinos en vinagre. Las papas fritas, debemos decir, no fueron las mejores de la ciudad, pero aún así la experiencia fue excelente. Solo porque la vida es curiosa, esa misma noche fue el momento en el que @soyluancer realizó la reseña del lugar, por lo que este cronista fue extra casual del video del youtuber local.
Bestiario se instaló en una casa reciclada, con un estilo vintage muy atractivo e ilustraciones de animales (bestias) de fábula, haciendo honor al nombre del lugar. Está alejado de los circuitos gastronómicos habituales de Bahía: quizás por eso también resulta atractivo. Cada habitación, el patio y la vereda están preparados para recibir a los comensales, generando distintos ambientes, para todos los gustos.
La segunda visita fue del otro cronista de elpancito.ar, esta vez en pareja, una cena para celebrar los tres años de relación. Fue una noche movida para Bestiario, por lo que la elección de la mesa perfecta para la ocasión se veía difícil. Encontramos una cerca de la barra, perfecta para que los platos lleguen rápido. Lo primero que pedimos sin dudarlo, fue la famosa “picadita” y un vermut Único tirado, fresco y herbáceo como declara su etiqueta. Como llegaron se fueron y la noche ya pintaba muy bien. La cena estuvo potente, por un lado un pechito de cerdo con salsa champagne, y por otro lado unas pechuguitas envueltas en panceta rellenas de queso y verdeo, ambos platos acompañados con guarnición de papas y ensalada. La abundancia de los platos no dejó espacio para el postre, pero sí para llevarnos un gran recuerdo de esa noche.
Finalmente, la tercera ocasión fue un almuerzo. En familia, visitamos Bestiario al mediodía, una vez que las restricciones de la pandemia hicieron que muchos locales de comida optaran por habilitar este horario para la atención. En esa ocasión, la comida elegida fue un pastel de papas bien típico de bodegón y un sándwich de vacío. La abundancia fue la norma y el buen sabor, también. La atención destacó nuevamente, al igual que los dips de berenjena y zanahoria que, junto a la panera, ofrecen en el lugar.
Bestiario propone una opción distinta en Bahía y eso siempre se agradece. Se juega por un concepto, por una estética y un estilo que bien valen la prueba. El lugar está muy bien planteado, la atención es excelente y la comida está a la altura. La estrella, por supuesto, es el vermut. Es cuestión de explorar, reconectar quizás con recuerdos familiares y resignificar una bebida que tiene mucho —y muy bueno— para ofrecer.
Una respuesta
¡Quiero, quiero, quiero!