Il pastificio de Pasta del Quartiere

Por Diego García.
Publicación: julio 13, 2021.

Tiempo de lectura: 5 minutos

 

Pato Amantini abrió su local en Bahía Blanca y la pasta se vistió de gala. Pasta del Quartiere llegó para quedarse a nuestra ciudad con una propuesta de especialidades en cocina italiana. El local está en Yrigoyen 558 y desde el sábado 10, que inauguró, el flujo de gente ha sido incesante, entre amigos, conocidos y nuevos clientes que se acercaron a felicitar y dejarse sorprender.

Pato, tal como nos anticipó en enero, quiere hacer de este lugar una especie de “joyería de la pasta”, en donde cada pieza esté tratada y cuidada al extremo, para disfrutar de las delicadas delicias de Italia. Estoy muy contento, quedó todo como lo imaginamos, cuenta Pato en las primeras horas de atención, cuando elpancito.ar lo visitó para intentar capturar las emociones y vivencias del local recién abierto. 

El lugar es hermoso, con il pastificio (la fábrica de pastas) a la vista de quien quiera conocer cómo es el proceso para lograr estas variedades. Mientras visitábamos, elaboraban girandolas: una espiral de rellena de queso de cabra y remolacha asada. La masa también tiene remolacha, por lo que el resultado es una flor color violáceo que, por recomendación del chef, probaremos en una doble cocción: unos minutos en agua hirviendo y luego en una asadera al horno, con abundante queso y crema, para gratinar. Pato da tips y sugerencias a cada cliente que se acerca al mostrador. Si bien, por supuesto, respeta que cada comensal elija las opciones que prefiera, va asesorando uno a uno respecto de la mejor combinación para cada plato. 

Así, por ejemplo, los culurgiones sardi los recomienda solo con crema. Se trata de una pasta trenzada rellena de papa, cebolla, azafrán, menta y queso parmesano. Los agnolotti de osobuco braseado, por su parte, los recomienda con una simple salsa de tomate como para disfrutar bien el sabor del relleno. 

Los clientes circulaban mientras la fila en la calle seguía creciendo, buscando la pasta del barrio que Pato tiene para ofrecer en Bahía. En el local, súper cuidado y con detalles por doquier, también se pueden adquirir distintas salsas (las que ya conocimos en el foodtruck y algunas más), focaccia para acompañar y tiramisú para el postre. En la sección dulces también ofrecen el kit de cannoli, para llevar a casa y preparar para toda la familia. Todo es artesanal, todo cuidado. También hay otras variedades de pasta, tal como da cuenta su menú. A las que mencionamos debemos sumar dischi volanti (sorrentinos), ravioles de cordero braseado, cappellacci de zapallo cabutia, parmesano y almendras tostadas, lasagna a la bolognesa y unos clásicos ñoquis de papa. Para todos los gustos, para los más osados y para quienes quieren ir probando poco a poco. 

La inauguración marchó a buen ritmo. El padrino del emprendimiento, Donato de Santis, aportó algunos productos de su línea de pastas secas y risottos, para acompañar a Pato en este nuevo lanzamiento. Osvaldo Gross acompañó desde las redes y Dolli Irigoyen mandó sus buenos deseos personalmente al whatsapp del chef. 

Al local se puede ir de martes a sábado de 10:30 a 14:30 y de 17:00 a 20:30, y los domingos de 10:30 a 15:00.

Está todo dado para que Pasta del Quartiere se instale como una excelente alternativa en pastas en la escena local. Bahía tiene de por sí muy buenas opciones de larga tradición en este rubro, junto a propuestas innovadoras que han surgido en los últimos años. La propuesta de Pato viene a complementar lo que existe, con nuevos productos e ideas. Todo es alegría cuando un nuevo emprendimiento nace, cuando la gastronomía crece y los paladares pueden seguir disfrutando.

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El origen de Pascuala está en el gusto de Juan por la cocina, desde el hobby y lo amateur. “Soy autodidacta; a partir del emprendimiento empecé a hacer algunos cursos para conocer y mejorar técnicas”, nos cuenta. Pero la base estaba, ya, en otro lado. Nombra a dos mujeres como referentes de su cocina: “yo vengo de la onda de Doña Petrona”, dirá primero, y luego, “Pascuala se llama así por mi bisabuela, una mujer súper disruptiva, que con poquísimos ingredientes hacía platos buenísimos”. Y es curioso que, sin conocer a su bisabuela y quizás sin haber leído nunca el libro de Doña Petrona, el lector ya tiene, en este momento, una intuición de cómo es el estilo de cocina de Juan. La fuerza de las raíces que nos dan identidad. 

Hoy Pascuala es un emprendimiento que ofrece servicio de catering para eventos familiares, de amigos y también corporativos. Se posicionó rápidamente como una opción diferente, original, y nos interesaba saber dónde estaría el secreto. Juan lo dijo, sin vueltas: “escuchamos lo que el cliente quiere para su evento”, y suma “yo no quería un emprendimiento de menú fijo, por eso me reúno con el cliente, escuchamos, vemos si es de día, de noche, qué decoración va a haber, de qué se trata el evento, qué les gusta… y a partir de ahí diseñamos la propuesta”. Dice “diseñamos” y no se refiere solo al diseño de la cocina. Trabaja, en su equipo, con una amiga que es quien se ocupa de ayudar a pensar en los aspectos estéticos que hagan a la experiencia del evento: desde la vajilla, hasta el vestuario de las personas que brindan el servicio. “Si resonamos con el cliente, podemos crear algo muy lindo juntos”, dice. 

Varias veces, durante la charla, Juan usa la expresión media rosca de tuerca más. Me llama la atención, porque me suena distinta de la frase que se usa comúnmente. Pero sigo. Nos cuenta del buque insignia de Pascuala, el rogel, ese postre argentino que intercala capas de masa con dulce de leche y se corona con una generosa cantidad de merengue italiano: “es como mi musa. Primero porque me encanta, pero después porque tiene algo de simple, de versátil, de rústico, de elegante… todo junto, que me parece que lo hace único… además, lo hago con media rosca de tuerca más”. Otra vez esa metáfora. Más adelante probaré de empezar yo la frase, para ver cómo la termina, solo para cerciorarme, y ahí está otra vez: “media rosca de tuerca más”. 

Busco, mientras escribo, y confirmo mi sospecha: la frase original es “una rosca (o vuelta) de tuerca más”. Pero Juan habla de media. Como afirmando que ese pequeño giro tuviera lo suficiente para destacar. Como subrayando que a veces no necesitamos grandísimas innovaciones, que apenas con la sutileza de media rosca de tuerca, podemos hacer la diferencia para que nuestro producto y nuestro servicio sea, de verdad, diferente al resto y resalte sin perder la esencia. Por ahí, creo, va el uso que hace Juan de ese dicho. Ese plus sutil lo llevó a participar en el evento que los cocineros más importantes de Argentina organizaron a beneficio de Bahía, como representante local en ese picnic. Esa es una de las muchas otras sorpresas que la vida le va proponiendo en este recorrido.

No lo dice explícitamente, pero es claro en su relato que la llegada de Pascuala es fruto de un antes y un después en su vida. Algo (varios “algos”) se rompió, decantó y abrió la puerta para esto nuevo, en donde, en sus propias palabras, “confluyen todas las cosas que yo soy”. Esencia, búsqueda, elemento. Seguramente por acá vaya el quid de la cuestión… encontrar, en estas búsquedas en las que todos estamos, los caminos en los que sentimos que confluye eso que nos apasiona con eso en lo que somos buenos y que, también, puede convertirse en nuestro medio para ir transitando por la vida. Las puertas de Pascuala se abran y vemos eso, con olorcito a cocina bien rica.

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