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Las mermeladas tienen una magia especial. Probablemente tenga que ver con el tiempo que hay que dedicarles para prepararlas. Es una técnica simple y también son simples los ingredientes. Pero requieren tiempo. Y una vez alguien dijo que cocinar es amar, porque cuando cocinamos brindamos lo más preciado que tenemos: nuestro tiempo. Será por eso, entonces, que las mermeladas son una buena simbolización del amor puesto en la cocina.
“Le dije a mi abuela Carmela que hiciéramos mermeladas para vender en alguna feria”, cuenta Agostina Grioli, la capitana de esta fábrica de mermeladas. Desde el barrio San Martín ha sabido gestar un espacio en donde se producen productos de calidad, sin perder la calidez y el legado familiar. “La primera feria a la que fuimos fue a la Fiesta del Camarón y el Langostino en 2019”. A partir de ahí, se animaron a salir a ofrecer sus productos en distintas ferias y también por vías virtuales.
“Fue atreverme a salir de mi lugar de comodidad, de la carrera que estaba estudiando y del trabajo que tenía”, reconoce Agostina. “Una vez, en un evento, me crucé con un profesor y justamente me dijo eso: ‘te felicito porque te animaste a salir de tu espacio de confort’. Lo que no imaginé es que tendría tanto impacto; hoy Artesanales Carmela es como un hijo para mí”, cuenta.
El lugar de producción es impecable. Si bien originalmente estaba pensado para un proyecto inmobiliario de su familia, la pandemia nos hizo de todo y, entre esas cosas, movilizó sueños y proyectos por doquier, quizás para darle un nuevo sentido a la vida. El proyecto inmobiliario mutó, entonces, en esta fábrica equipada con tolvas de cocción y envasado, cámaras de frío, máquinas etiquetadoras y todo lo necesario para hacer los productos de la marca.

La marca, desde lo visual, es un regalo que les hizo Daniel Volpe, el histórico productor teatral de nuestra ciudad. Sabiéndolo, uno ve la marca y entiende la espectacularidad que encierra: “para mí lo que nos hizo fue mucho más que una etiqueta, él condensó la identidad de lo que yo quería representar”, dice Agos.
Hoy Artesanales Carmela produce unos 450 frascos de mermelada por día. La carta incluye más de quince variedades, en la línea clásica, premium y chocolove que, como sospechará el lector, incluye un toque de chocolate exquisito. Además, están elaborando algunas variedades en su versión con stevia. “La materia prima no se negocia. La fruta es real y el azúcar es orgánico. Nos gusta jugar con la combinación de sabores para lograr variedades originales”, suma Agos. La estrella, reconoce, es la de frutilla y frambuesa. Por su parte, recomienda especialmente la de frutilla con chocolate amargo, “muy aclamada por los clientes” y la de blend de berries. Entre las curiosidades, vale la prueba la versión de tomates cherry con azúcar integral, “ideal para acompañar una picada”, dicen desde su Instagram.

Hemos visto, en otras notas de elpancito, personalidades como la de Agostina: emprendedora, detallista, responsable, fiel a su sueño. Parece ser el secreto, el patrón que se repite en aquellas personas que logran, pese a las muchas dificultades que puede tener un camino emprendedor, sobreponerse y avanzar. Avanzar, porque siempre hay más en estas mentes: Agostina ya está lanzando su línea de alfajores y quiere probar también elaborar su propio dulce de leche. Tiempo al tiempo, paso a paso. ¿El sueño? Que un frasco de Artesanales Carmela llegue a Italia, la tierra de la abuela en cuyo honor se nombra esta iniciativa. Habiendo conocido a Agos, no nos cabe duda: ese día llegará pronto.