Por Santino Poloni.
Publicación: febrero 6, 2025.

Tiempo de lectura: 5 minutos

Sabemos que muchos procesos son difíciles de transitar. Quizás porque están llenos de emociones. Cuando emprendemos, cuando soñamos o simplemente cuando vivimos, nos encontramos con miles de procesos a los cuales enfrentar. Y los procesos están llenos de incógnitas, lo único seguro es que siempre vamos a sentir algo de miedo, incertidumbre, un cosquilleo de duda queriendo aparecer. En ese momento, en el que todo es oscuridad y vacío, una brisa nos pone frente a un espejo para que, mirándonos a los ojos, resuene la palabra mágica:  “podemos”.

Wir Können significa nosotros podemos en alemán. El nombre les recuerda, a los dueños de este bar, que ninguna adversidad es suficientemente definitiva. Están desde 2015 en 11 de abril 602 y, a casi 10 años de su apertura, siguen manteniendo una comunidad leal a la marca “Wirko”, como le dicen algunos, es más que una marca, es como una especie de identidad, un lugar donde podés ir sin preocupaciones, relajado y mentalizado en descontracturar.

Si bien el bar abrió en este lugar en 2015, Luciana y Andrés ya tenían experiencia en el rubro gastronómico. Es en la ciudad de Dorrego, donde  tienen su otro bar llamado Quita Penas, con el cual van a cumplir 15 años de trayectoria. Los chicos querían abrir un bar plenamente dedicado a la cerveza, pero además querían que sea cerveza artesanal. Hoy puede parecer algo común, pero en esa época aún no estaba el boom de las cervecerías artesanales. Andrés nos cuenta sobre los inicios de Wir Können y los consejos que les daban. “Estás loco, tenés que tener alguna industrial, nos decían. Nosotros podemos, dijimos”. 

La familia de Andrés siempre se dedicó a la gastronomía por lo que su destino estaba a medio escribir. “Yo nací en una cocina”, nos dice bromeando. Ya desde chico su vida estuvo atravesada por distintos trabajos gastronómicos y así fue como empezó a nacer dentro suyo la idea de tener un local. Pero no fue tan rápido, sino que primero se dedicó a estudiar. Andrés estudió  geología y durante algunos años ejerció su labor. En 2009 surgió una crisis respecto a esta rama, donde él se vio afectado y quedó desempleado. Este momento fue el puntapié para emprender en lo que siempre lo había acompañado, la gastronomía.

Cuando quiso emprender y hacer su propia birra, se lo tomó en serio. “Si lo vamos a hacer, vamos a hacerlo bien” se dijo a sí mismo, e hizo un curso intensivo en Córdoba.

Sabemos que al principio nada es fácil y esto no es la excepción. “Con el tiempo nos fuimos vinculando con otras cervecerías y aprendiendo de ellos” explica Andrés sobre la curva de aprendizaje que tuvieron.

“Hacer birra es cocinar, básicamente. Y cuando ves que alguien prueba tu birra y cierra los ojos disfrutándola, es muy lindo”, nos cuenta al respecto de su exigencia con la calidad. Andrés llega al bar y cata directo de la misma canilla de la que se le sirve a los clientes para poder corroborar que la calidad sea la correcta. “Si una birra no me gusta, se desconecta el barril y vuelve para la fábrica”. 

Wirko ganó 3 campeonatos de la “Copa Argentina de Cervezas” y eso también es algo de lo que la gente que los consume está orgullosa. De todos modos, los dueños aclaran: “nosotros no hacemos birra para ganar, hacemos birra para la gente”.

Por debajo de la mesa nos deslizan que existe la posibilidad de un nuevo local, de birras nuevas y además incorporaron a su carta un gin artesanal, obviamente elaborado por ellos.

Si nunca probaste una cerveza de ellos, no lo dudes mucho. Te podes acercar al local o ir al Parque de Mayo, que los fines de semana está el carro para poder disfrutar al aire libre. Y si estás atravesando un proceso difícil, en el que las cosas cuestan y la duda se hace presente, quizá un vaso de birra te sirva para despejar, caminar un rato y voltear a ver una frase escrita en alemán,Wir Können, que cuando preguntes qué significa te va a servir para repetírtela como un mantra: nosotros podemos.

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Por Diego García.
Publicación: abril 19, 2025.

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En un rincón de veloz crecimiento en Sierra de la Ventana, se encuentra Black Wolf, una destilería que ha logrado hacerse un nombre propio en la producción de bebidas alcohólicas, desde gin hasta whiskey, pasando por ron y cerveza. Propiedad de Marcelo Cachorro, este lugar ha inaugurado sus nuevas instalaciones hace poco menos de dos años y desde entonces ha atraído la atención tanto de locales como de turistas y referentes nacionales en el amplísimo mundo de los destilados.  

El salón de ventas de Black Wolf refleja la esencia del auténtico irish pub. Ambientado con gran cuidado y de forma artesanal por el mismo Marcelo, invita a los visitantes a disfrutar de la oferta de bebidas mientras se sumergen en un ambiente cálido y acogedor. Los lobos, las guitarras y el ambiente motoquero hacen que, apenas entremos, nos sumerjamos en una experiencia única. 

Además, aquí es posible charlar directamente con el dueño, quien no duda en compartir su pasión y conocimientos sobre el arte de la destilación. Reconoce, Marcelo, que Black Wolf fue un proyecto que lo rescató en un momento en el que su vida profesional exigía un cambio de 180°, en beneficio de su salud. A la hora de sugerir alguno de sus productos, nos sugiere el whiskey, su gran pasión y el resultado más preciado de su destilería. 

Black Wolf no es solo un lugar para comprar bebidas; también se convierte en un punto de encuentro para quienes quieren aprender más sobre el mundo de la destilación. La destilería organiza catas en alianza con algunos hoteles de la zona, ofreciendo una experiencia educativa y sensorial que no se puede perder. 

La recomendación de visitar Black Wolf llegó a través de amigos en Jardines del Pillahuinco, y es una visita obligada para cualquier persona que pase por la región. La atención al detalle en cada etapa de producción convierte a esta destilería en algo más que un simple negocio; es un laboratorio lleno de mística.

La filosofía detrás de Black Wolf es clara: hacer de cada producto una verdadera obra de arte. La cuidadosa selección de ingredientes y el proceso de destilación meticuloso aseguran que cada trago cuente una historia. Desde su concepción hasta la botella, cada aspecto respira pasión y dedicación. Black Wolf se establece, así, como un ícono de la calidad en el mundo de las bebidas alcohólicas en Argentina.

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